Napoleón sería del PSG
Los partidos tristes son como Copito de Nieve: inolvidables. ¡Vaya nochecita la del 15 de enero de 1997 en el Parque de los Príncipes! Iba a disfrutar del único placer de la vida que negaba París. Ida de la Supercopa de Europa, el Juventus de Del Piero, el PSG de Raí. A los 40 minutos, el PSG ya perdía 4-0. Aquella sí que era la nada y no Sartre. Teatro y del absurdo. No volví a pisar el estadio, Mundial 98 aparte.
París no puede permitirse un club de fútbol de chichinabo o aficionarse al rugby, un gran deporte para capitales de provincia. O se juega al fútbol para competir en Europa o mejor te quedas en casa. Gracias a la riqueza de Qatar han formado un señor equipo que no pasea el nombre de la ciudad –ni de uno de sus grandes barrios– para que se les rían en la cara, como sucedió la temporada pasada en Barcelona. Su respuesta –audaz– fue fichar a Neymar.
El PSG es artificial, sí. Es chuloputas, mucho. Pero es
Representa a París, no a Francia, donde carece de simpatías por falta de tradición, valor lepenista
hoy el rival del Real Madrid y no de los fofos. Hay partido.
El PSG se ha forjado a golpe de talonario. Y el Real Madrid, el Barça o el City se han hecho a base de cantera, no te fastidia... Pues claro. Con mucho dinero, la única diferencia a día de hoy entre el Liverpool y el Europa. ¿De Qatar? El dinero del siglo XXI no tiene patrias, se burla de las fronteras y es tan poderoso como siempre. El PSG es un club antipático en Francia porque carece de tradición y arraigo, dos valores muy valorados en la Francia lepenista. No quiere ser amado como Poulidor sino ganar como Anquetil.
El PSG anticipa el futuro del fútbol: grandes inversiones, grandes estrellas, grandes cipotes.. .Horarios chinos, fondos inversores del Golfo, estadios con cámaras y sin espectadores.
A París le conviene un símbolo universal que no sea del XIX y pueda conquistar Europa. Estoy convencido de que Napoleón Bonaparte, corso, como la mitad de los policías de París, sería hoy un decidido seguidor del PSG.