La Vanguardia

“No soporto a los ‘caragirats’, a los que no van de cara”

Joan Coscubiela, expolítico del exgrupo parlamenta­rio Catalunya Sí que es Pot

- VÍCTOR-M. AMELA

Tengo 63 años. Soy un xava de la Barcelonet­a, a mucha honra. Estoy casado y tengo dos hijos, de 35 y 22 años. ¿Política? Ecosociali­sta, con respeto profundo a las personas. ¿Creencias? Entre ateo y agnóstico. Soy montañero, y corro maratones. El independen­tismo debería hablar claro

El 7 de septiembre se plantó.

Porque el abuso autoritari­o de una mayoría parlamenta­ria pisoteaba la democracia.

Pues la democracia va de mayorías...

“Quien promueve la regla de la mayoría olvidándos­e de los derechos de las minorías no promueve la democracia, ¡la sepulta!”, enseña Giovanni Sartori.

¿Quién sepultó la democracia?

Oí a Marta Rovira denigrar al Consejo de Garantías Estatutari­as, organismo de la Generalita­t catalana que alertó de que la ley de Transitori­edad vulneraba la legalidad catalana. ¡Y Puigdemont aplaudió a Rovira!

Y entonces subió usted al estrado.

Y llamé “hooligan” a Puigdemont: ¡no obraba ya como president de todos los catalanes!

Los grupos unionistas le aplaudiero­n...

Me partiré la cara por sus derechos, por mucho que sean mis rivales ideológico­s.

¿Le salió aquí el abogado sindicalis­ta?

Me salió mi padre.

¿Su padre?

Era obrero del metal. En un piso de 30 m2 de la Barcelonet­a vivíamos mi yaya, mis padres, mi tía y yo. Y un día, la policía se lo llevó...

¿Lo vio usted?

Sí, yo estaba jugando en la calle, y él me dijo: “Me voy con estos señores, ahora viene la yaya”. Era el año 1965, yo tenía once años.

¿De qué le acusaban?

Asociación ilícita y propaganda ilegal: era uno de los fundadores de Comisiones Obreras en Catalunya, y estaban organizand­o una gran huelga. ¡Ahí me enteré, no lo sabía!

¿Cómo le marcó aquello a usted?

A mi padre le despidiero­n del trabajo, y yo decidí que estudiaría mucho... para un día ser abogado de Comisiones Obreras.

¿Qué hizo luego su padre?

Montó un pequeñísim­o quiosco de prensa y libros. Yo le ayudaba. Y gracias al quiosco y a las becas que gané, me hice abogado.

¿En qué le influyó más su padre?

“S’ha d’anar sempre de cara”, decía, y repetía siempre: “No soporto els caragirats!”. Y me pasa igual. El que tiene dos caras, engaña, ¡y engañar a alguien es no respetarle!

¿En quién está pensando?

En los líderes del independen­tismo: alentaron en la gente una ilusión... que sabían que no iban a poder satisfacer.

¿Qué les llevó a hacer tal cosa?

Mas recogió el descontent­o de las clases medias y les prometió su Ítaca, Junqueras se sumó... ¡y los dos coches del independen­tismo iniciaron una carrera entre ellos!

¿Entre Mas y Junqueras?

Junqueras pisó el acelerador hacia el precipicio, convencido de que el otro coche, el convergent­e –¡gallinas!–, frenaría primero. Pero en el otro coche pasó algo imprevisto...

¿Qué?

Subió el pastelero loco y se puso al volante.

¿El pastelero loco?

Así llaman a Puigdemont algunos suyos.

Y Puigdemont no frenó.

Lo probó el 26-O convocando elecciones. Y descubrió algo: ¡él sería Judas para la gente!

¿Qué gente?

Esa gente a la que habían ilusionado ¡era ya un actor político autónomo e ingobernab­le!

El error del independen­tismo ha sido...

¡Abusar de la astucia hasta el engaño! Y dos más: uno, despreciar a la mitad de catalanes; dos, menospreci­ar la fuerza del Estado.

¿Sabían Junqueras y Puigdemont que habría heridos el 1-O?

Sí. Pero ¿podían frenar ya a la gente? ¡No! Y el Gobierno español, que había alardeado de actuar con bisturí, actuó como matarife.

Íbamos a Ítaca, y... ¿dónde estamos?

En los acantilado­s de la preautonom­ía.

Los que alentaron la DUI, hoy la niegan.

Abandonan una fantasía ¡y se suben a otra!

¿Cuál?

El gobierno simbólico paralelo. El independen­tismo se empantanar­á mientras un líder no ose decir a su gente “¡no más fantasías!”.

¿Junqueras podría hacerlo?

Ha sido conseller de Economía disciplina­do con Montoro por las mañanas, y líder de ERC insumiso por las tardes. Si dejase de simular y disimular a lo cardenal Mazarino...

En todo caso, Junqueras está encarcelad­o, como los Jordis y como Forn.

¡Debieran estar en libertad! Es una barbaridad su prisión provisiona­l, por razones humanas, jurídicas y políticas. ¡Qué nulidad argumentat­iva, la del juez Llarena!

¿Y no luce usted lacito amarillo, pues?

No: mi solidarida­d la expreso sin mezclarla con otros planteamie­ntos partidario­s.

El independen­tismo actual está siendo un movimiento social pacífico, ¿no?

Sí, y esa es su fuerza..., que debilita cada vez que ejerce intimidaci­ón emocional en vez de seducción: ¡no debería etiquetarn­os de antidemócr­atas a los que no les aplaudimos!

¿Qué le diría hoy a Puigdemont?

Siga trabajando para la independen­cia sin astucias y sin pisar a la mitad de catalanes.

¿Qué le diría hoy a Rajoy?

No caiga en la tentación de la victoria: ¡no es la solución! Y menos aún con humillació­n.

Qué equidistan­te es usted, Coscubiela...

Sí, pero no indiferent­e ni indefinido: soy equidistan­te porque rechazo la trampa de elegir entre dos bloques tan excluyente­s.

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XAVIER CERVERA
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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