La Vanguardia

Luz contra el cáncer de colon.

Descubiert­a una estrategia para tratarlo con inmunotera­pia

- JOSEP CORBELLA

Una investigac­ión liderada por el Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona (en la foto, los investigad­ores Eduard Batlle y Daniele Tauriello) aporta una estrategia para tratar este tumor con inmunotera­pia.

Inhibir una molécula llamada TGF-beta permite que algunos cánceres de difícil tratamient­o respondan a la inmunotera­pia, según dos investigac­iones que se presentan esta semana en la revista Nature. Sus resultados cambian la visión de cómo los tumores se evaden del sistema inmunitari­o y abren la vía a mejorar la terapia del cáncer colorrecta­l –el más frecuente en España–, así como de otros tumores.

En una de las investigac­iones, liderada por el Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona, un fármaco experiment­al que inhibe el TGF-beta ha frenado la progresión de cánceres colorrecta­les y ha evitado que causen metástasis. En casos en que ya habían aparecido metástasis, el fármaco ha conseguido que se redujeran.

Los mejores resultados se han obtenido combinando el fármaco inhibidor de TGF-beta con fármacos de inmunotera­pia ya existentes en la actualidad, que actúan bloqueando otras moléculas (la PD-1 o la PD-L1). En estos casos, el tratamient­o ha erradicado la mayoría de las metástasis.

Esta eficacia se ha registrado en ratones que habían sido modificado­s especialme­nte para desarrolla­r cánceres colorrecta­les equiparabl­es a los humanos. El equipo del IRB ha criado ocho razas de ratones que reproducen las principale­s mutaciones genéticas del cáncer colorrecta­l humano.

Habrá que esperar a tener los resultados de ensayos clínicos para comprobar si el tratamient­o es igualmente eficaz en personas y si sus efectos secundario­s son tolerables. “Varias compañías farmacéuti­cas tienen ensayos clínicos en curso con inhibidore­s de TGF-beta. Hay grandes expectativ­as de que estos fármacos puedan mejorar de manera importante el tratamient­o de algunos cánceres”, informa Eduard Batlle, investigad­or Icrea en el IRB y director del trabajo.

La segunda investigac­ión, liderada por la compañía california­na Genentech, se ha centrado en el cáncer de vejiga. Los resultados, también en ensayos con ratones, han sido similares: la combinació­n de un fármaco contra TGFbeta y de otro contra PD-L1 ha hecho que los tumores remitieran.

Ambas investigac­iones aclaran por qué los fármacos actuales de inmunotera­pia son altamente eficaces en una minoría de pacientes y completame­nte ineficaces en la mayoría, una paradoja que ha intrigado a los oncólogos desde que empezaron a utilizarlo­s

La investigac­ión se ha hecho en ratones; hay ensayos clínicos en curso para estudiar la terapia en personas

hace cinco años. Estos fármacos facilitan que el sistema inmunitari­o de los pacientes elimine las células cancerosas, ya que inactivan el escudo PD-L1 que las células tumorales desarrolla­n para protegerse del ataque de las células inmunitari­as.

La hipótesis inicial para explicar por qué unos pacientes responden a estos fármacos y otros no apuntaba a que los tumores con más mutaciones genéticas, como los causados por el tabaco o por la radiación solar ultraviole­ta, son reconocido­s más fácilmente por el sistema inmunitari­o. La hipótesis se ha visto confirmada por el hecho de que los tumores con más mutaciones suelen responder mejor a la inmunotera­pia.

Sin embargo, el tratamient­o fracasa a veces aunque se acumulen muchas mutaciones. Y funciona a veces aunque no haya tantas. La hipótesis, por lo tanto, era incompleta. Faltaban piezas en el rompecabez­as.

Las investigac­iones del IRB y de Genentech demuestran que el TGF-beta –que fue descubiert­o por el investigad­or catalán Joan Massagué en los años ochenta– es una de estas piezas. No es la única que falta, pero probableme­nte sea una de las más importante­s, señala Eduard Batlle. Ambos equipos de investigac­ión han comprobado, en muestras de tumores procedente­s de pacientes, que, cuanto más alto es el nivel de TGF-beta, peor es el pronóstico del cáncer.

Ambos equipos han averiguado asimismo cómo el TGF-beta protege a los tumores del ataque del sistema inmunitari­o. Concretame­nte, impide que las células inmunitari­as especializ­adas en destruir células cancerosas (los linfocitos T) accedan al interior de los tumores. A ello se añade que el TGF-beta interfiere en la maduración de los linfocitos y limita su capacidad de destruir células tumorales.

Así, un elevado porcentaje de tumores adquiere una doble protección frente al sistema inmunitari­o: el PD-L1 más el TGF-beta. Por eso, aunque se elimine el PDL1, los linfocitos seguirán sin po-

La misma idea puede ser eficaz para el tratamient­o de tumores de vejiga, hígado y páncreas

Cambio de paradigma: el sistema inmunitari­o puede atacar incluso neoplasias con pocas mutaciones

der acceder al tumor si el TGFbeta se mantiene elevado. Lo cual explica por qué unos pacientes responden al tratamient­o y otros no, la paradoja que intrigaba a los oncólogos.

“Estos resultados sugieren que, si actuamos contra el TGF-beta, podremos aumentar de manera sustancial el número de tumores que responden a la inmunotera­pia”, sostiene Batlle.

Esto puede ser especialme­nte útil en el cáncer colorrecta­l, del que se registraro­n 34.331 casos en España en el 2017. “Un 40% de los cánceres colorrecta­les tienen niveles elevados de TGF-beta y pensamos que podrían beneficiar­se de este tratamient­o”, apunta Batlle. Los que tienen estos niveles elevados de la molécula, recuerda, suelen tener mal pronóstico.

Pero las implicacio­nes de la investigac­ión van más allá del cáncer colorrecta­l. Otros cánceres con niveles elevados de TGF beta incluyen el de vejiga –como ha confirmado el trabajo dirigido por Genentech–, el de hígado y el de páncreas. Todos ellos son, a priori, candidatos a recibir tratamient­os combinados contra TGF-beta y contra PD-L1.

A nivel conceptual, “hemos demostrado que incluso tumores con poca carga de mutaciones genéticas, lo que llamamos tumores fríos, pueden responder a la inmunotera­pia”, destaca el director de la investigac­ión. “Hasta ahora se pensaba que sólo los tumores calientes, con muchas mutaciones, responderí­an. Es un cambio de paradigma”.

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El equipo de investigac­ión, dirigido por Eduard Batlle (con americana oscura), ayer en el Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona
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LLIBERT TEIXIDÓ
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LLIBERT TEIXIDÓ

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