El asesino de Florida militaba en un grupo de racistas blancos
Un bloguero alertó al FBI que Cruz presumía en la red de una futura matanza escolar
Un bloguero alertó hace cinco meses al FBI de que Nikolas Cruz decía en la red que iba a ser “un profesional de la matanza en escuelas”. El FBI se limitó a interrogar al denunciante. Cruz, que militaba en un grupo de supremacistas, causó 17 muertes el miércoles.
Hace cinco meses que Ben Benninght, de 36 años, residente en el estado de Misisipi, prestamista de profesión y habitual bloguero en Youtube, encontró algo que le llamó la atención. Hizo un pantallazo y lo remitió al FBI.
“Voy a ser un profesional de las matanzas en escuelas”. El autor de esa frase firmó como Nikolas Cruz. Además, Bennight alertó a Youtube, que retiró el vídeo.
Al día siguiente, 25 de septiembre del 2017, los agentes del FBI se presentaron en su oficina. “Me preguntaron si sabía algo más de esa persona. Les dije que no”.
Se olvidó. Hasta este miércoles, después de que un joven de 19 años, curiosamente llamado Nikolas Cruz, abriera fuego con su AR15 en un instituto de Parkland (Florida), dejando 17 muertos y 14 heridos, algunos muy graves.
Benninght halló un mensaje en su teléfono: el FBI. Luego, los agentes le rindieron visita. “Me preguntaron si sabía algo más y les dije lo mismo”, explicó a Buzzfeed.
El agente especial Robert Lasky, a cargo de la investigación, confirmó ayer en rueda de prensa ese contacto. “No había ninguna otra información en ese comentario que nos indicara el tiempo, la localización o la veracidad de la identidad”, se excusó. “El FBI hace revisiones de bases de datos, pero fuimos incapaces de identificar a esa persona”, añadió.
A pesar de que hubo expertos en seguridad que justificaron ante las cámaras esa incapacidad, a no pocos se les pusieron los ojos como platos al conocer esa excusa en época de vigilancia masiva.
Esta es una de las banderas rojas no atendidas en el caso Cruz. “Algunas cosas que aparecen en sus redes sociales son muy perturbadoras”, explicó Scott Israel, sheriff del condado de Broward, donde que se enmarca la “paradisíaca” ciudad de Parkland.
Alardes sobre armas, torturas a animales, mofas a musulmanes, amenazas a colegas, todo eso y mucho más, según dicen. Trascendió, además, que formaba parte de Republic of Florida, un grupo de supremacistas blancos. Incluso participó en entrenamientos en Tallahassee. Hay quien apunta que estuvo en tratamiento psiquiátrico, aunque lo dejó.
Huyó de la escena del crimen mezclándose con los alumnos durante la evacuación. Una vez fuera se compró una bebida en el Subway e hizo una parada en el McDonald’s antes de ser detenido.
“No puedo decir que me sorprenda, siempre parecía el tipo que podía hacer algo así”, declaró al Miami Herald Joshua Charo, de 16 años, un excompañero escolar. A Cruz, reconoció el crimen, lo expulsaron de la Marjory Stoneman Douglas High School por provocar altercados y hacer exhibiciones de balas y cuchillos. No sólo los alumtantos nos, los profesores también se sumaron a la alerta.
Y ahora todo son lamentaciones en un país que llora por una nueva masacre, la tercera con más difuntos en un centro educativo, tras Virgnia Tech y Sandy Hook.
Otra vez, la eterna fractura entre la herencia del salvaje oeste y la nación orgullosa por ser pionera de avances. Otra vez el choque entre pro y anti armas.
En la Casa Blanca, el presidente Donald Trump, que contó en su campaña con financiación de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), ejerció de consolador en jefe. Pero evitó citar la palabra “armas”. En tono grave, definió la tragedia como una “escena terrible de violencia, odio y maldad”. Anunció que visitará Parkland (cerca de su mansión de Mar-a-lago) y prometió que la seguridad en las escuelas será su prioridad. Su mecanismo pasa, a partir del supuesto carácter
EL FBI NO LO ENCONTRÓ
Un youtuber avisó que Nikolas Cruz dijo: “Voy a ser un profesional de matanzas en escuelas”
LA VISIÓN DEL PRESIDENTE Trump no cita la palabra armas y reduce el caso a un asunto de salud mental
conflictivo del acusado, por “abordar el difícil asunto de la salud mental”.
Trump había avanzado en un tuit el meollo: “Muchos signos de que el pistolero de Florida estaba mal mentalmente, incluso lo echaron de la escuela por su errática conducta. Vecinos y compañeros sabían que era un gran problema”. A los que pareció dar un tirón de orejas: “Siempre debéis informar a las autoridades, una vez y otra”.
Al acabar su condolencia, los periodistas le lanzaron la pregunta del control de armas. Ni se giró. Como sucedió con las masacres de Las Vegas (octubre, 58 difuntos) o en una iglesia de Texas (noviembre, 24 caídos), es una cuestión psiquiátrico. El mismo argumento al que se agarraron los líderes republicanos, sobre los que la financiación de la NRA tiene peso. Paul Ryan, jefe de la mayoría conservadora en el Congreso, se sirvió del tópico “esto no toca, no es la hora de divisiones”, y reiteró que ya hay legislación para impedir que los perturbados accedan a las armas.
Cruz superó todos los controles para comprar legalmente su rifle AR-15 hace un año. En su día, Obama observó que los locos no son una exclusiva estadounidense, en cambio este país sí es único en la cantidad de muertos por tiros.
“Cuidar de los hijos es nuestro primer trabajo. Si no podemos decir honestamente que hacemos lo suficiente para protegerlos, incluida una ley sobre armas que quiere la mayoría, hemos de cambiar”, intervino ayer Obama con su tuit.
El sheriff Israel, que perdió a su amigo Aaron Feis –el ayudante del entrenador del equipo de fútbol del instituto hizo de escudo de los alumnos–, también reclamó un cambio “a los legisladores de aquí y de Washington”. Rick Scott, gobernador del estado y admirador de la NRA, avanzó que impulsará cerrar “los agujeros” que facilitan armarse a los enfermos mentales.
Sin embargo, una de las decisiones de Trump en este mandato consistió en bloquear una regulación de su antecesor que precisamente ya lo hacía más difícil.
“Me he criado en un rancho, soy cazador, pero hay que establecer un control porque un AR-15 no es para cazar, es para matar personas”, dijo Bill Nelson, congresista demócrata por Florida.
Nikolas Cruz y su hermano fueron adoptados. El padre adoptivo murió de infarto hace años y la madre, meses atrás. Ahora estaba acogido con una familia, que jamás pensó que pudiera hacer algo semejante. Guardaba el rifle en un armario bajo llave.
Ayer se le escuchó un “sí, señoría” cuando la juez le preguntó si él era quien es. Le imputó 17 asesinatos. Cárcel sin fianza.