Veto al sexo en el ministerio
Barnaby Joyce, un contable de una pequeña localidad del nordeste de Australia metido a político, se ha convertido en un quebradero de cabeza para el primer ministro del país, el conservador Malcolm Turnbull. Más que un aliado gubernamental se diría que es su peor enemigo. Sus escándalos han situado en más de una ocasión al Gobierno al borde del precipicio, debido a que Turnbull se sostiene en el poder por un solo voto, lo que explica que no pida su cabeza. La última falta de Joyce, viceprimer ministro australiano y líder del Partido Nacional, ha impulsado sin embargo al premier a actuar con rotundidad.
“Hoy he añadido a las normas ministeriales una disposición clara e inequívoca: los ministros, sin importar si estan casados o solteros, no pueden mantener relaciones sexuales con el personal. Hacerlo constituirá una violación de las normas”, anunció Turnbull en una rueda de prensa en Canberra. Añadió que esta disposición entraría en vigor “hoy mismo” (ayer para el lector).
Tras anunciar esta decisión, el primer ministro australiano emplazó asimismo a Joyce a considerar su posición como líder del Partido Nacional, la formación que integra la coalición gubernamental junto al Partido Liberal de Turnbull.
Con esta iniciativa, el primer ministro pretende superar el escándalo que ha protagonizado Barnaby Joyce en la última semana. La prensa local ha revelado que mantiene un romance extramarital con su exasesora de prensa, Vikki Campion, de 33 años, con quien espera un hijo para el próximo mes de abril.
Turnbull salió ayer a condenar la “desconcertante falta de criterio” de su socio de gobierno. “No es aceptable en el 2018 que un ministro tenga relaciones sexuales con alguien que trabaja con él. Es una muy mala práctica en el espacio laboral. Y todo el mundo sabe que nada bueno sale de ahí”, añadió el primer ministro.
El tema es particulamente incómodo para Joyce, un católico de 50 años que hizo de los “valores familiares” su principal argumento de campaña. En diciembre pasado se separó de su esposa, con quien tiene cuatro hijas, después de 24 años de matrimonio.
El escándalo, sin embargo, lejos de atemperarse, va en aumento a medida que se conocen más detalles de la vida privada de Joyce. El viceprimer ministro sostiene que no hay ninguna ilegalidad en que su pareja actual obtuviera dos empleos en el Gobierno después de trabajar en su oficina.
Joyce rechaza asimismo las críticas de la oposición, que le acusa de aceptar regalos. Dádivas en forma de seis meses de alquiler gratis por una casa adosada propiedad de un multimillonario amigo, para que pueda rehacer su vida tras la separación. “En el momento de una ruptura matrimonial no es raro que aquellos a los que uno tiene cerca le ofrezcan apoyo”, dijo en el Parlamento a modo de justificación.
Por el momento, el primer ministro australiano se resiste a sacrificar a Joyce, como pide la oposición, y ha optado por anunciar que se tomará una semana de descanso, “para que reflexione sobre su propia posición”, dijo Turnbull. Joyce no estará así expuesto a la prensa mientras el premier viaja a EE.UU. la semana próxima, con lo que el país quedará bajo la dirección del presidente del Senado, Mathias Corman.
No es este, sin embargo, el único caso que en el que Joyce ha puesto contra las cuerdas al Gobierno de Turnbull. Hace unos meses protagonizó otra situación embarazosa porque tiene doble nacionalidad (también es neozelandés), algo que la Constitución australiana prohíbe a los responsables políticos del país. El líder del Partido Nacional renunció a su pasaporte neozelandés, se convocaron elecciones parciales, recuperó su escaño y Turnbull mantuvo el cargo. Ahora está por ver si Joyce asume las consecuencias de su fogosidad sexual y se marcha a casa a cuidar de su bebé o hace oídos sordos a las críticas.
El premier de Australia prohíbe a sus ministros tener relaciones sexuales con su personal
Escándalo al salir a la luz el romance del viceprimer ministro con su asesora de prensa