La Vanguardia

La UE, ante el desafío de un Brexit horario

Finlandia y Polonia encabezan la petición de no mover el reloj dos veces al año, pero uno quiere horario de invierno y el otro de verano

- CRISTINA SEN

Finlandia ha iniciado el movimiento para solicitar la derogación del cambio de hora de verano. Polonia camina en dirección contraria y sus parlamenta­rios se han puesto de acuerdo para pedir que el reloj no se mueva en otoño y mantener siempre el horario estival. La iniciativa finlandesa tiene simpatías en Suecia, mientras que en Bélgica se considera que las cosas han de quedarse como están ¿Está la Unión Europea ante el riesgo de una desunión horaria?

Cada vez que llega el momento de mover las manecillas del reloj, especialme­nte en marzo, el debate se reaviva pero ahora ha saltado de la ciudadanía a la política. La semana pasada el Parlamento Europeo debatió una resolución en la que se solicitaba a la Comisión la interrupci­ón de la directiva que establece este cambio hacia el horario de verano (en inglés Daylight Saving Time). El texto de la iniciativa fue negociado y convertido en una solicitud para que se evalúe de forma exhaustiva esta directiva sobre todo en el aspecto que afecta a la salud y, en caso necesario, se presente una propuesta para revisarla.

La polémica está servida porque el sol no sale ni se pone a gusto de todos. Los países de la Unión Europea están situados en el hemisferio norte, a 38 grados de latitud como mínimo con respecto al ecuador y hasta los casi 70º en el Norte de Finlandia. A mayor distancia con el ecuador (la latitud es la distancia angular entre un punto de la superficie hasta el paralelo del ecuador) más variación hay en las salidas y puestas de sol según las estaciones. Las realidades son así muy diferentes pero el último informe exhaustivo realizado por los servicios de investigac­ión del Parlamento Europeo recuerda, con cierta ironía, que el movimiento de las manecillas en primavera no puede cambiar el número de horas de luz que recibe un país, sino simplement­e modificar una hora cuando amanece y anochece.

Este estudio, presentado el pasado mes de octubre, se centra en el debate sobre el cambio de horario estival y recuerda que la directiva del 2000 que obliga sin excepcione­s a los países miembros a adoptar los dos cambios horarios

EL PARLAMENTO EUROPEO Una resolución pide que se estudie el impacto de los cambios, sobre todo en la salud

LA SITUACIÓN ACTUAL

La directiva europea obliga a los países a adoptar las dos modificaci­ones anuales

anuales tiene como gran objetivo la armonizaci­ón del mercado interior. Una armonizaci­ón que empezó en los años 70 de forma voluntaria para ahorrar energía durante la crisis del petróleo. El cambio horario se realiza para capitaliza­r la luz natural, o sea, para no desaprovec­har horas de sol mientras las personas duermen y, en cambio, ganarlas por la noche.

Es lógico que por la latitud en la que se sitúa Finlandia, con grandes cambios en la luz solar en función de la estación –en Helsinki en verano llegan a las 19 horas mientras que en invierno no alcanzan las 6– el cambio de hora les sea indiferent­e, explica José María Martín Olalla, profesor de Física de la Materia Condensada en la Universida­d de Sevilla. En Islandia, con unas coordenada­s de latitud similares, recuerda, no se realizan cambios estacional­es. Los finlandese­s defienden las tesis de los informes que sostienen que mover las manecillas del reloj provoca problemas en la salud, trastorno en el sueño, sobre todo en los bebés y los mayores, cansancio y con ello más accidentes de tráficos, y subrayan que ya no hay apenas ahorro energético.

El informe del Parlamento Europeo aborda todas estas cuestiones con unas conclusion­es abiertas. En el ámbito del ahorro energético, señala que éste es escaso, entre un 0,5% y un 2,5% en función del país. Sobre la seguridad en la carretera, se señala que en los días posteriore­s al cambio de hora estival hay más riesgos de accidente, pero esto se corrige con una reducción posterior gracias a las horas de luz por la tarde. En cuanto a los efectos en la salud, considera que esta es el área que más se ha de trabajar con los recientes avances en la cronobiolo­gía (que han recibido el Nobel de Medicina este año) que estu-

“Por la latitud en la que se sitúa, a Finlandia le es indiferent­e el cambio de hora estival”

Una cosa es debatir y otra vivirlo: Rusia y Chile dieron marcha atrás en sus decisiones

dia los ritmos biológicos y la regulación del reloj interno de los seres vivos. Pero a la vez se indica que a mayor tiempo de luz por la tarde –cuando ha acabado la jornada laboral– más se facilita a los ciudadanos la realizació­n de actividade­s saludables al aire libre.

El debate es sin duda enrevesado y hay que tener en cuenta también que los países de la Unión Europea se sitúan en tres franjas horarias diferentes. Mirando hacia Varsovia, los polacos quieren cambiar hacia el sentido contrario. Tomando como referencia por ejemplo el 1 de enero, en Varsovia amanece a las 7.45 h y el sol se pone a las 15.34 h. Evidenteme­nte se ganaría una hora por la tarde, que se perdería por la mañana con un amanecer tardío. Puede tener su lógica pero el profesor Martín Olalla avisa de que no es lo mismo hablar sobre los horarios, sobre todo en invierno, que vivirlos. Esto es lo que sucedió en Rusia, que tras 20 años con horario de verano, en el 2011 regresó al de invierno. Las oscuras mañanas invernales pueden ser muy duras.

Desde hace aproximada­mente un siglo, explica este profesor de física, los horarios están regidos por el reloj y no por los cambios estacional­es. O sea, antes las actividade­s se ajustaban a los ritmos de la luz solar mientras que en la actualidad se entra siempre a trabajar a una hora determinad­a. Los cambios de hora en otoño y en primavera son una forma de acercarse al ciclo estacional. Si en Barcelona, por ejemplo, no se cambiase la hora en marzo, en el mes de junio amanecería a las 5.20 horas, con lo que habría un pronunciad­o desfase entre la hora teórica de empezar a trabajar y la salida del sol.

El debate que se está suscitando en la Unión Europea ha tenido también España como escenario, de la mano de las comunidade­s más al Este. Como se recordará el Parlamento balear aprobó una iniciativa hace un año solicitand­o mantener durante todo el año el horario estival. Una petición lógica ya que es en las Baleares donde antes se pone el sol en España y una zona donde el turismo es fundamenta­l para la economía. Días después, la Comunidad Valenciana se sumó a la petición. Los intereses varían incluso dentro de los mismos estados, en función de su extensión e ubicación geográfica.

El informe del Parlamento Europeo aborda todas las posibilida­des e indica que para mantener un único horario anual sería necesario modificar la directiva europea y decidir si se adopta el horario de invierno o el de verano. Otra de las posibilida­des sería permitir a los estados europeos decidir lo que hacen, pero se advierte que esto comporta un riesgo de fragmentac­ión con distorsion­es en el mercado interior e inconvenie­ntes para la realizació­n de negocios.

Mantener el horario de verano podría interesar en los países en los que amanece pronto, aunque es importante considerar también las horas de luz. Y en cuanto a al horario de invierno, se señala que esta puede no ser la apuesta preferida en determinad­os países o parte de la ciudadanía.

En el debate que tuvo lugar la semana pasada en el Parlamento Europeo se quiso ahuyentar expresamen­te el fantasma de un Brexit horario. La resolución aprobada señala expresamen­te que “es esencial mantener un régimen horario unificado en la Unión, incluso después de que finalice el cambio de hora bianual”. La declaració­n es clara, pero lo que es difícilmen­te entendible es cómo se puede lograr.

Durante el pleno, algunos parlamenta­rios subrayaron que con la magnitud de los problemas que afronta la UE hablar sobre los cambios horarios era una pérdida de tiempo. Pero este es un debate que gusta a la ciudadanía y puestos a discutir también podría ponerse en cuestión cuándo se realizan los cambios de hora. En la Península, indica Martín Olalla, el cambio de invierno que se realiza en octubre llega tarde. Los chilenos decidieron en el 2016 regresar a los cambios bianuales después de probar durante un año el horario de verano al ver cómo aumentaba el absentismo escolar. Mucho se tendrá que debatir en la UE antes de dar un paso adelante o atrás.

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JACEK KADAJ / GETTY Anochecer. El mapa ilustra los momentos en los que anochece en los países europeos y las diferencia­s internas durante el solsticio de verano. Hay que tener en cuenta las franjas horarias a las que pertenece cada país. En la foto, Varsovia
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