Barcelona encadena cuatro años de subidas de alquiler
La renta media se situó en el 2017 en 876 euros mensuales y se incrementó un 9,3%, mientras la demanda crece imparable
El mercado de alquiler está imparable en Barcelona. Los precios se incrementan año tras año al tiempo que crece la demanda y se reduce la oferta. Una tormenta perfecta que situó el año pasado la renta media en los 876 euros mensuales, un 9,3% más que en el 2016. Y así lleva desde el 2013 (681 euros), incrementándose de forma paulatina y a punto de superar la barrera psicológica de los 900 euros. Ya lo hizo en el tercer trimestre del año pasado. Un escenario preocupante que por ahora no tiene freno y condiciona la vida de muchos barceloneses que ven imposible el acceso a una vivienda de compra y consideran el alquiler un refugio que también se está convirtiendo en inalcanzable.
La Cambra de la Propietat Urbana de Barcelona y la Secretaria d’Habitatge coincidieron ayer en presentar el último informe sobre el mercado de alquiler en la capital catalana correspondiente al año pasado. Apenas dos décimas separan ambos estudios en el incremento de precios anual en el conjunto de la ciudad. Un 9,5% según la Cambra y un 9,3% en el caso de la Generalitat.
Todos los distritos experimentan un encarecimiento de los arrendamientos que va del 6 al 12%. Con todo, se ha de señalar un hecho que hasta ahora no se había producido: las zonas que eran más económicas son las que registran una mayor sumuchos bida en las rentas. Un indicador que demuestra que, ante la presión de precios que experimentan algunos distritos, los inquilinos optan por barrios de Sants-Montjuïc, Nou Barris o Horta-Guinardó que tradicionalmente eran más baratos. El incremento de la demanda y el interés por estas zonas se ha traducido en una subida de las rentas, algo que también está ocurriendo en los municipios del área metropolitana. Como si se tratasen de vasos comunicantes, lo que sucede en la capital catalana o en el centro de la ciudad se expande hacia la periferia, donde la búsqueda de un alquiler a un precio moderado es cada día más difícil.
El volumen de la contratación, que roza las 50.000 nuevas firmas –un incremento del 18,4% respecto al 2016–, es otro de los síntomas de la creciente demanda. De hecho, los responsables de la Cambra de la Propietat Urbana señalan que el stock de viviendas en Barcelona es finito, es decir que existe muy poca vivienda vacía. Consideran que durante el estallido de la burbuja inmobiliaria la producción de pisos fue prácticamente inexistente. Ahora la promoción de nuevas viviendas se mantiene en niveles bajos, 1.373 unidades el año pasado, una situación que también provoca efectos alcistas en las rentas medias del alquiler, ya que el mercado de arrendamiento apenas crece en número de residencias.
Además, debido a la crisis, fueron los jóvenes que aparcaron su emancipación y que ahora buscan independizarse tras la reactivación económica y del consumo familiar. Estos nuevos inquilinos, sumados a la proliferación de apartamentos turísticos y la entrada en vigor de la modificación de la la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), que reduce de cinco a tres años la duración de los contratos, acaban también influenciando la actual dinámica del mercado. La Cambra también alerta de la desarticulación de las políticas de viviendas para incorporar pisos de alquiler asequible para rentas bajas y moderadas. Un escenario que el Ayuntamiento de Barcelona y el Àrea Metropolitana (AMB) quieren empezar a cambiar a través de un operador de vivienda metropolitano que ponga en el mercado pisos a unos 500 euros al mes, una renta prácticamente inexistente.
Respecto a los barrios, la Vila de Gràcia, la Dreta del Eixample y el Raval fueron las zonas en los que más contratos se firmaron el año pasado, según el informe de la Cambra. Mientras, la superficie media de las viviendas en alquiler se mantiene estable, en los 70 m2.
Los precios aumentan en todos los distritos y son las zonas más baratas las que tienen mayores incrementos