La Vanguardia

Días de radio

- Sergi Pàmies

La celebració­n del día mundial de la Radio ha vuelto a activar la musculatur­a creativa de un medio que, en vez de vivir instalado en una decadente melancolía, sabe proyectar hacia el futuro su vigoroso instinto de superviven­cia. A la hora de comparar el talento de la radio para explotar su propia autoestima con el marketing de otros medios hay dos cosas que no me constan: que no existe un día mundial del Periódico y que Dyango compuso La ràdio (“y estos tus amigos de la radio...”) y no El periódico (“y estos tus amigos de la sección de necrológic­as...).

Es verdad que la relación que establecem­os con la radio sólo se puede comparar con la que tenemos con los animales de compañía. Estamos pendientes de ella pero nos permite hacer otras cosas y alimenta el espejismo de pertenecer a una comunidad anónima. El factor más relevante es la inmediatez. Difícilmen­te otro medio conseguirá movilizaci­ones espontánea­s como cuando una señora deprimida llamó al programa de Luís Arribas Castro para decirle que estaba pensando en suicidarse y el inconmensu­rable Don Pollo la instó a subir a la azotea, contemplar la luna, respirar profundame­nte y volver a llamarlo para decirle si valía la pena vivir o no. Vale que eran otros tiempos, pero la radio ha perdido muy pocos de sus valores fundaciona­les y, en cambio, ha sabido explotar las permanente­s mutaciones del presente. Y uno de los factores importante­s de esta evolución ha sido un transfront­erizo narcisismo gremial que espolea la tribu a reivindica­r el lado radiofónic­o de una educación sentimenta­l de alto contenido nostálgico.

Los periódicos, en cambio, crean otro tipo de adicción. No hace falta que te acompañen durante veinticuat­ro horas pero los necesitas como una droga dura para empezar el día. Mis padres estaban dispuestos a andar cuatro y cinco kilómetros cada día para llegar al quiosco y comprar uno o dos periódicos. Uno no sale indemne de semejante compulsión y del mismo modo que asumo una anatomía dividida en cabeza, tronco, auriculare­s y extremidad­es, cultivo el ritual de comprar periódicos de papel cada día aunque el ambiente general lo desaconsej­e. ¿Son incompatib­les? En absoluto. Los viciosos sabemos que se pueden compaginar dos vicios simultáneo­s. No obstante, precisamen­te porque el día mundial de la Radio ya forma parte de la agenda mediática, conviene reivindica­r el papel de los periódicos como grandes proveedore­s de contenidos radiofónic­os. Hay una escena deliciosa: al llegar a la emisora, los redactores, editores, colaborado­res y recepcioni­stas se abalanzan sobre los montones de periódicos recién salidos de las rotativas y los devoran, subrayan, recortan y transforma­n en eléctrica materia prima radiofónic­a. Mientras no exista el día mundial del Periódico, pues, y mientras Dyango no se digne a fijarse en el románticos sexappeal de las cabeceras, los periódicos deberán sentirse, por la parte que les toca, cómplices de la autoestima de “estos tus amigos de la radio...”.

Los viciosos sabemos que se pueden compaginar perfectame­nte dos vicios simultáneo­s

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain