La Vanguardia

El poder y ella, Gloria

- Víctor-M. Amela

No cada día comparten estrado los directores de El Periódico (Enric Hernández), El País-Catalunya (Lluís Bassets) y La Vanguardia (Màrius Carol), pero sí ayer tarde en el Cercle de Economía de Barcelona.

Lo consiguió Gloria Lomana, periodista (trece años al frente de los informativ­os de Antena 3) y ahora novelista. Ella tiene poder, y me refiero a Juegos de poder” (La Esfera de los Libros), el título de su flamante novela, ficción literaria que quizá no lo sea tanto en lo que contiene de denuncia del “chapapote desinforma­tivo” (terminolog­ía lomaniana) que acecha hoy al ejercicio del oficio periodísti­co.

Una amenaza que quizá derive de que “el bien no tiene prestigio”, según enunció Lluís Bassets, de lo que se desprender­ía que “tampoco la ley”, y pensé en lo que decía Ángel Ganivet: español es quien sale de casa cada mañana convencido de que porta en el bolsillo un papel que reza: “esta mi ley, y no vale ninguna otra”. es cierto: valoramos la ley sólo en la medida en que nos beneficie, y la la retorcemos lo que haga falta a convenienc­ia, como hace Marcelo Russo, el empresario de medios de comunicaci­ón que protagoniz­a la novela de Lomana (en este punto, cada lector perfilará en su mente a un político o periodista de similar conducta).

No en vano, al hablar de este manipulado­r ficticio citó Màrius Carol al que fuera “redactor-jefe de Catalunya” (cómo ácidamente definió Arcadi Espada cierta vez a Jordi Pujol) , y el director de La Vanguardia evocó el día en que la enormidad de unos hechos sintió que le legitimaba­n para titular así en portada, y a cinco columnas, como tituló: “Jordi Pujol deja de ser honorable”.

Para Màrius Carol, la ficción de Lomana no pretende denigrar el periodismo actual, sino “señalar de forma inteligent­e, directa e irónica” sus escollos más peligrosos. Y Carol desveló que el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, ha prorrumpid­o en algunas carcajadas al leer esta novela. Lomana saltó de la silla para precisar: “Eso es algo que me han contado, no lo sé”. Sonreía en primera fila Josep Piqué, expolítico, esposo de la autora y a la vez su primer y entusiasta lector.

Cerca de Piqué atendían también los políticos Carlos Carrizosa (Ciudadanos), Pere Navarro y Anna Balletbó (PSC), así como el economista Anton Costas.

Enric Hernández denunció a la televisión cómo responsabl­e principal de amarillear nuestro

“Parece que a Mariano Rajoy le ha provocado alguna carcajada leer la novela de Lomana”, desveló Màrius Carol

periodismo, al convertir la informació­n política en espectácul­o (exoneró a Lomana, por supuesto), en un entretenim­iento “con carrusel de conexiones”.

También señaló Hernández a los spin doctors, asesores de políticos fabricante­s de cuentos de consumo masivo para dar sentido de pertenenci­a a una comunidad: son tan eficaces que resulta luego muy difícil –lamentó Hernández– que los hechos que cuenta el periodista consigan desmontar lo que son ya viscerales conviccion­es. Este lamento de Enric Hernández me sonó un poco menos teórico que algo personal.

“Este oficio es un poco frágil, pero imprescind­ible para vertebrar una sociedad”, conviniero­n Carol, Hernández y Bassets, si bien la crónica nos la hizo en vivo Gloria Lomana: “¿Y los jóvenes? ¿Por qué esta sala no está llena de jóvenes estudiante­s de periodismo, teniendo aquí a estos directores de diarios tan importante­s?”. De entrada, Lomana nos llamó mayores a los presentes. De salida, tenía razón. Y, ahora, reflexione­mos sobre esto y sobre todo lo demás, respetable­s directores.

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XAVIER CERVERA Lluís Bassets, Juan José Brugera, Gloria Lomana, Màrius Carol y Enric Hernández, ayer tarde
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