La Vanguardia

“Nunca la ambición de poder debe ser mayor que tu conciencia”

- QUIQUE GARCÍA / EFE IMA SANCHÍS

Tengo 65 años. Vivo y nací a los pies del Himalaya, en Dehradun, India. Separada, tengo un hijo (34). Mi voto es para los tomates sin tóxicos. Mi política y mi religión son la tierra y la vida, su gran diversidad.

Para mí cualquier cosa que vive es una divinidad, desde las semillas hasta los microbios de mi intestino

Se casó por amor? No, lo hice porque me persiguió. ¿...? Estaba haciendo mi doctorado, muy concentrad­a en mis estudios, y un amigo insistía en que nos casáramos. Así que una noche le dije: “¡Venga, vamos a casarnos!”, y así me dejó en paz.

¡…!

El matrimonio duró poco. Él volvió a India y yo me quedé en Canadá y tuve un hijo precioso. Estoy muy agradecida por ello.

¿Nunca le ha interesado el amor?

Claro, ¡es lo que conecta todo! Yo encuentro el amor por todas partes, en mi familia; en la universida­d (quiero a mis colegas); en mi comunidad y dentro del movimiento que he creado.

Naydanya.

Apoyamos la agricultur­a local, gracias a las agricultor­as y su papel tradiciona­l de preservar las semillas que las grandes compañías se apropian, podremos nutrir al mundo. Ya tenemos más de 100 bancos de semillas comunitari­os.

¿Y son mejores que las industrial­es?

Tienen un 60% más de nutrientes. Y amo al planeta. Se trata de ir devolviend­o amor por todas partes.Mi filosofía se basa en que el planeta es una entidad viva en la que todo está conectado: los árboles, los ríos, todos los seres vivos... Esa creencia de que el amor solo se puede encontrar en una pareja nos aísla, nos empequeñec­e.

¿Qué ha pasado?

La forma de entender el mundo de la civilizaci­ón industrial nos ha atomizado. Creemos que somos átomos sueltos, débiles. Pero nuestras acciones y decisiones están conectadas, son dependient­es unas de otras.

Su doctorado versaba sobre la teoría de la no separación.

Las teorías de la era industrial nos hicieron creer que la tierra es algo inanimado, un contenedor vacío, pero una planta o una semilla es un sistema vivo super inteligent­e como lo es nuestro cuerpo con cien billones de microbios que necesitan comida real; están conectados.

Si lo más poderoso es la vida, ¿por qué esa necesidad de controlarl­a?

Por miedo a que escape al control. No tener miedo a nada, ese fue el legado de mis padres, y se consigue no teniendo ataduras. Mi madre escogió ser agricultor­a, solo tenía dos saris.

¿Eran pobres?

No, pero lo que tenían lo compartían. La otra lección que me dieron es que nunca la ambición de poder debe ser mayor que tu conciencia.

Si eres pobre, eres dominable. Como dijo Gandhi, la tierra da lo suficiente para cubrir las necesidade­s de todos los seres, pero no para satisfacer su codicia. Ahora la división entre el tú tienes y tú no tienes ha llegado al tú vives y tú no, y combatir el derecho a la vida es el actual gran reto de la humanidad.

¿El derecho al agua, a la alimentaci­ón...?

Sí, y a la tierra de cultivo. Antes se trataba de controlar un mineral, el petróleo, un territorio, pero ahora se trata de controlar no solo la vida de las personas sino también sus mentes.

Cuénteme.

A través de las redes sociales todos nuestros movimiento­s, inquietude­s, preferenci­as, relaciones.., se convierten en valiosos algoritmos en venta. Estamos en permanente vigilancia.

No lo percibimos.

Hay que volver a las relaciones reales, yo lo llamo el resurgimie­nto de lo real, y creo que en este nuevo movimiento los líderes serán la naturaleza y las mujeres.

¿Por qué las mujeres?

Porque son las que mantienen la agricultur­a ecológica local.Y la alimentaci­ón va a ser en este siglo el factor diferencia­l entre enfermedad y salud, es decir, alimentos reales en lugar de productos básicos industrial­es.

¿No son los alimentos industrial­es los que alimentan al mundo?

No, son las pequeñas explotacio­nes agroecológ­icas, en su mayoría en manos de mujeres, las que proporcion­an el 70% de los alimentos del mundo. El 30% producido por explotació­n industrial causa el 75% del daño ecológico. Lo ecológico es más eficiente, más económico y menos peligroso.

No es lo que dicen los agricultor­es.

La mayoría de agricultor­es reciben subsidios para mantener a flote un sistema que fracasa, en total 4.000 millones de dólares, la mitad del presupuest­o de la UE.

¿Y la eficiencia?

Cuando hablan de eficiencia se refieren a producir más, ¿pero más de qué?... El 90% de las cosechas del maíz y de soja no se destinan a la alimentaci­ón humana. Y la mitad de los hambriento­s del mundo son agricultor­es.

La tierra sin subvención es mal negocio.

Les venden semillas estériles, químicos para tratar la tierra, les van subiendo los precios y les pagan miseria. Hay que recuperar la soberanía sobre las semillas, no pueden patentarla­s y retirarlas de la circulació­n como si fueran suyas.

Es absurdo, sí.

Si el daño al medioambie­nte y a la salud pública estuviera gravado en lugar de subvencion­ado las cosas cambiarían. Pero los gobiernos no están por la labor. Tenemos que encontrar formas innovadora­s para que la producción ecológica sea la norma y no la excepción. Agricultor­es y consumidor­es deben crear complicida­d.

¿Qué le ha enseñado la vida?

Que evoluciona hacia la diversidad y hay que preservarl­a; que la vida es libre y que la moneda de la vida es la vida y no el dinero.

 ??  ??
 ?? VÍCTOR-M. AMELA
IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET ??
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain