Trump acusa al FBI de investigarlo a él y no seguir al pistolero de Florida
El presidente ataca a Obama, Clinton y a su administración, pero no a Rusia
Era una apuesta ganadora. Nadie dudó de que el presidente de Estados Unidos iba a utilizar los errores en la investigación del autor de la masacre del instituto de Parkland en su beneficio.
La espera ha sido breve. “Muy triste que el FBI no hiciera caso de las muchas señales sobre el pistolero de la escuela de Florida. Esto no es aceptable. Dedicaron demasiado tiempo a probar la confabulación de la campaña Trump con Rusia. No hay confabulación”, sostuvo.
Este es uno más de la tanda de tuits en los que, desde el sábado por la noche y a lo largo de ayer, dejó ir su arrebato de ira del que no se libró el expresidente Obama, Hillary Clinton, los demócratas en el Congreso, la CNN e incluso su propio consejero de seguridad, H.M. McMaster.
Ocioso en su mansión de Mara-Lago, el presidente estadounidense se sintió agraviado contra todos, salvo con Rusia, pese a que es el enemigo que utilizó “tácticas de guerra” para manipular las elecciones del 2016. Según la imputación a trece rusos, estos actuaron con la intención de perjudicar a Clinton y beneficiar a Trump. Pero él hace una lectura parcial. Sólo le preocupa su reputación, por encima de su país.
Así, en otro mensaje desprecia los mecanismos de control del poder establecidos en un sistema democrático. “El objetivo de Rusia era crear discordia, ruptura y caos en EE.UU. Gracias a los comités del Congreso, a las investigaciones y el partido del odio, ellos han tenido éxito más allá de sus más salvajes sueños. En Moscú están riéndose muy fuerte. América, sé inteligente”. Lo que sonó a sugerencia de autócrata.
De la acusación formulada por el fiscal especial Robert Mueller, sólo remarca que no hay referencias a que sus colaboradores de campaña actuaran a sabiendas en una conspiración que aceptan los responsables de inteligencia.
Qué más da que sean cargos nombrados por él para atacarlos. McMaster reconoció el sábado en Alemania lo que Trump sigue sin aceptar, la labor de Rusia para intervenir en las elecciones. “Al general McMaster se le olvidó decir que no tuvo impacto en el resultado o no se modificó por los rusos y que la única confabulación fue entre Rusia y la corrupta Hillary y los demócratas”.
Otra andanada se la dirigió a Adam Shiff, el legislador que lidera a los progresistas en la comisión
“Los rusos se están riendo”, afirma en un tuit donde desprecia los mecanismos de control del Congreso
de investigación del Congreso, víctima habitual y al que insultó como “el monstruo de las filtraciones sin control”. Para Trump, por fin Schiff afirmó algo correcto, porque “empieza a culpar a la administración Obama”.
Se basa en que la operación rusa arrancó en el 2014 y Schiff se limitó a comentar que Obama podría haber hecho más.
Hubo quien matizó que, de haber trascendido más la acción de Obama –su gobierno inició la investigación–, Trump habría hablado de golpe de Estado. De hecho, en contradicción con esa supuesta inacción, Trump acusa a su predecesor de espiarle.