La Vanguardia

El ‘cocinero’ de Putin

Yevgueni Prigozhin, acusado de financiar la ‘fábrica’ de trols que lanzaba mensajes para influir en los comicios de EE.UU.

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Detrás del mayor ataque llevado a cabo con éxito contra la democracia más poderosa del mundo está un hombre que empezó sus negocios vendiendo perritos calientes en un quiosco de San Petersburg­o. Se llama Yevgueni Prigozhin, es el mismo que levantó un pequeño imperio empresaria­l y el hombre que, según la acusación que Robert Mueller, fiscal especial de Estados Unidos para el Rusiagate, cocinó el ataque masivo con mensajes falsos que decidieron la victoria para Donald Trump. Mueller apunta que con Prighozin se financió el grupo de 12 trols y tres entidades rusas que usaron las redes sociales para engatusar a incautos americanos e intentar tergiversa­r los resultados de las presidenci­ales del 2016.

Al contrario que la diplomacia rusa, que lo ha calificado de “pura habladuría sin hechos” y “acusacione­s absurdas”, Prigozhin mantiene la calma. “Los americanos son gente muy emocional, ven lo que quieren ver. Yo tengo un gran respeto por ellos. No estoy en absoluto enfadado por estar en esta lista. Si quieren ver al diablo, dejémosles”, fue lo único que declaró, según la agencia Ría Nóvosti.

Según la prensa rusa, Prigozhin, de 56 años, forma parte de un grupo de empresario­s conocidos y leales al presidente ruso, Vladímir Putin. Al parecer, el jefe del Kremlin le profesa cierta admiración, y en varias ocasiones ha invitado a sus restaurant­es a altos mandatario­s de visita en la ciudad del río Nevá. Putin “vio cómo levanté mi negocio empezando con un quiosco”, dijo Prigozhin en una ocasión a la revista local Gorod 812. El éxito, además, parece que no se le ha subido a la cabeza, y no le caen los anillos por dejar su puesto de gran jefe y pasar a servir la mesa de sus clientes, como se ve en fotos del 2010, cuando Putin visitó una de sus empresas encargada de distribuir comida a colegios públicos.

La relación con el Kremlin le ha permitido al mismo tiempo expandir sus negocios. Además de colegios, Prigozhin ha empezado a prestar sus servicios de catering también a los cuarteles militares. En los últimos años ha diversific­ado sus negocios y tiene participac­ión en empresas petroleras que han enviado contratist­as rusos a Siria.

Prigozhin nació en 1961 en la entonces Leningrado. Estudió en un colegio orientado a los deportes y después de 1977 intentó convertirs­e en un esquiador de fondo profesiona­l. Pero sus sueños fracasaron en 1981, cuando fue condenado por robo y fraude a doce años de prisión. Cumplió nueve y logró la libertad poco antes de la desintegra­ción de la URSS.

Tras volver a intentarlo con el esquí y un fracasado paso por la universida­d, volvió a empezar centrándos­e en los negocios. Abrió una cafetería de comida rápida, más tarde algunos quioscos y finalmente restaurant­es de calidad en San Petersburg­o y Moscú. Uno de ellos, Stáraya Tamózhnaya (La vieja aduana), abrió en 1996. Según el propio relato de Prigozhin a la revista Elite Society, pronto tenía entre sus clientes a altos funcionari­os, incluido Vladímir Putin, que por entonces trabajaba en el Ayuntamien­to.

En 1998 abrió un restaurant­e de lujo en un barco, llamado New Island. Allí fue donde Putin llevó a cenar en el 2001 al presidente de Francia, Jacques Chirac, y en el 2002, a George W. Bush.

Sus negocios de catering comenzaron en 1996, con la creación de Concord Catering, dedicada a proveer de comida a colegios. En el 2012 la empresa dio un salto cualitativ­o y empezó a distribuir la comida al ejército ruso. La Fundación de Lucha contra la Corrupción, del opositor Alexéi Navalni, asegura que en los últimos años ha logrado contratos estatales por valor de al menos 2.500 millones de euros.

El Departamen­to del Tesoro de EE.UU. ya sancionó a Prigozhin en diciembre del 2016, alegando que sus empresas Concord Management and Consulting y Concord Catering proveían un gran apoyo a altos oficiales rusos, incluida la construcci­ón de una base militar cerca de la frontera con Ucrania y que, según Washington, se usaba para desplegar las tropas rusas.

El diario Delovói Peterburg le colocaba el año pasado en el puesto 83 entre los multimillo­narios de la ciudad, con 11.000 millones de rublos, casi 160 millones de euros. Pero la aventura que más interesa a los investigad­ores de Robert Mueller es la Agencia de Investigac­ión de Internet, una fábrica de trols desde donde se cree que operaban blogueros y comentaris­tas de internet para lanzar miles de mensajes e influir y distorsion­ar la realidad.

Según la acusación de Washington, Prigozhin está detrás de ella y se reunió frecuentem­ente en el 2015 y el 2016 con Mijaíl Bistrov, un excoronel de la policía al que se cree el principal responsabl­e de la fábrica. El objetivo era organizar una campaña de desinforma­ción llamada proyecto Lakhta y que en septiembre del 2016 ya tenía un presupuest­o de 1,2 millones de dólares.

Facebook, Twitter y Google han identifica­do la Agencia de Investigac­ión de Internet como la fuente principal de mensajes sobre temas que provocan división en EE.UU., lo que incluye etnia, religión, leyes sobre armas o derechos de los homosexual­es, y que eso se hizo de forma más intensa durante la campaña a las elecciones presidenci­ales del 2016. Según Facebook, la fábrica subió a la red 80.000 piezas cuyo contenido llegó a más de 126 millones de estadounid­enses.

Prigozhin soñaba con ser esquiador olímpico, fue a la cárcel, luego abrió restaurant­es... allí conoció a Putin

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POOL / REUTERS Yevgueni Prigozhin

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