La Vanguardia

Rumores municipale­s

- Francesc-Marc Álvaro

El desfile de esta semana de políticos soberanist­as ante el Tribunal Supremo confirma que el Estado quiere y necesita cortar la cabeza de todos los partidos comprometi­dos con la independen­cia, una idea que no ha estado oficialmen­te prohibida, pero que –según los autos judiciales– es lo bastante “peligrosa” para poder justificar la prisión preventiva de Junqueras, Forn, Sànchez y Cuixart. Vayan o no a la cárcel los dirigentes que declararán ante el juez Llarena, sus respectiva­s trayectori­as están ahora en manos de la justicia española y han entrado, por lo tanto, en una zona incierta que, además, influye en los que deben tomar decisiones para hacer gobierno y sacar adelante la legislatur­a. En los que han demostrado un nivel de discrepanc­ia estratégic­a tan profundo que está malgastand­o la victoria del 21-D.

Mientras, en otro lugar, hay quien ya piensa en las municipale­s del 2019, sobre todo los alcaldes y los cuadros locales, que tendrán que arremangar­se para continuar en el cargo o para intentar un cambio. En los pueblos y ciudades, el personal del PDECat, ERC y la CUP hacen sus previsione­s y sus sumas y restas, en un escenario donde habrá que estar atentos a algunos fenómenos: la consolidac­ión o no del voto a Cs, las oscilacion­es de los comunes, la resistenci­a del PSC y, sobre todo, las hipotética­s alianzas para formar gobiernos locales soberanist­as, un ideal

El 155 hará menos probables los acuerdos entre PDECat y socialista­s, importante­s –hasta ahora– en varias poblacione­s

que no se concretó de manera generaliza­da después del 24 de mayo del 2015. El 155 hará menos probables los acuerdos entre neoconverg­entes y socialista­s, importante­s –hasta ahora– en varias poblacione­s.

ERC estará pendiente de su lenta pero continuada entrada en territorio­s metropolit­anos, y el PDECat se enfrentará a la posibilida­d de convertir la experienci­a de JxCat en una marca adaptada al ámbito municipal, empezando por Barcelona. Hoy por hoy, no sabemos qué impacto tendrá a escala local la disparidad estratégic­a entre Puigdemont y la dirección del PDECat, solemnizad­a por Pascal en la entrevista que le hizo Isabel Garcia Pagan. Tampoco sabemos si el día a día de un gobierno de JxCat y ERC –en caso de que no haya nuevas elecciones– favorecerá o no la creación de listas donde neoconverg­entes y republican­os vayan juntos, una posibilida­d complicada que algunos querrían en la capital catalana.

La batalla de Barcelona y la que tendrá lugar en las ciudades del segundo cinturón barcelonés serán clave para establecer el nuevo equilibrio de fuerzas “Catalunya endins”. Colau no tiene asegurada la continuida­d en la alcaldía, aunque los partidos que aspiran a dirigir la capital tienen muchos deberes pendientes, sobre todo el PDECat, que debe escoger bien la figura que pueda generar confianza en votantes de aproximaci­ones diversas al discurso independen­tista. Es lógico pensar que el relevo en la cúpula de los dos grandes partidos independen­tistas vendrá –necesariam­ente– del nuevo retablo municipal.

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