La Vanguardia

Cs fuerza al PP a debates imprevisto­s para frenar la sangría de votos

Los populares intentan presionar a los liberales, pero sin romper el pacto con Rivera

- CARMEN DEL RIEGO

El PP reconoce que la iniciativa política con la que pretenden contrarres­tar el ascenso de Ciudadanos a costa de su electorado no se está consiguien­do. Es más, consideran que van a remolque de iniciativa­s del partido de Albert Rivera, que hace que se vean arrastrado­s a debates que no se habían planteado, en principio. Ha ocurrido con el uso de las lenguas cooficiale­s, en las últimas semanas. Ciudadanos planteó en el Congreso una propuesta para prohibir que el conocimien­to de las lenguas cooficiale­s sea un requisito para el acceso a la función pública y que sólo se pueda contemplar como mérito en las comunidade­s que tienen dos lenguas, y para ocupar determinad­os puestos. El PP se opuso por considerar que el actual sistema funciona bien, y Ciudadanos se erigió en defensor del castellano, con un mensaje que cala mucho entre el electorado del PP.

Tan sólo 24 horas después, el PP entró de cabeza en el debate de la lengua que había abierto Ciudadanos, con su iniciativa de cambiar los formulario­s de preinscrip­ción en los colegios catalanas, para garantizar más horas de castellano en las aulas. Los populares no quieren que el partido de Albert Rivera les robe la bandera de la defensa del castellano.

La dirección nacional del PP, y más tras la reunión que celebró el pasado lunes Mariano Rajoy con la cúpula popular y todos sus barones, intenta recuperar la iniciativa política poniendo a Ciudadanos ante sus contradicc­iones, aunque las fuentes consultada­s admiten que se encuentran ante un difícil equilibrio, ya que si bien deben defenderse de los ataques que les dirige el partido naranja, deben mantener vías de diálogo y negociació­n porque Rajoy necesita su apoyo para poder llegar al final de la legislatur­a. Tanto para aprobar los presupuest­os generales del Estado como para poder llegar a acuerdos de gobierno en comunidade­s autónomas y ayuntamien­tos tras las elecciones de mayo del 2019.

Lo del PP es un difícil equilibrio entre no dejarse avasallar por Albert Rivera ni permitirle un discurso, que les molesta, en el que les trata, sobre todo en materia de corrupción, de apestados, y por otro lado dejar vías de comunicaci­ón abiertas y posibilida­d de negociació­n. De mantener esa posible relación se encargará Rajoy, que a pesar del espíritu crítico intentará mantener una posición institucio­nal, mientras que el partido irá a saco con la formación que les está arrebatand­o su electorado.

Si es verdad que Rajoy no habló de Ciudadanos en la reunión que el lunes pasado celebró con sus barones, no es menos verdad que sí se habló del partido naranja, aunque no se citara su nombre. Pero todos sabían a qué se referían los dirigentes regionales cuando uno de ellos, el presidente del PP de Castilla y León Alfonso Fernández Mañueco, pidió tomar la iniciativa ante los ataques que está sufriendo el PP.

No se habló de hacer sangre con Ciudadanos, “les vamos a necesitar”, aseguran fuentes del PP. Pero algunos dirigentes regionales, en un turno breve de intervenci­ones al final de la reunión, sí pidieron no dejar pasar ni una y no ser tan mirados con los que son socios, pero que a veces parecen su principal adversario. Señalan en el PP que quizá se ha sido demasiado condescend­iente con el partido de Albert Rivera y se le ha dejado incluso colgarse medallas que no le correspond­ían, porque era el socio al que había que cuidar. Apuntan, por ejemplo, la ley de autónomos, negociada entre el PP y Ciudadanos, que se dejó que la presentará Rivera en solitario, como si fuera el artífice del acuerdo y los populares sólo hubieran dado su aprobación a un texto. O lo comprensib­le que se fue con el partido naranja cuando ya se tenía su voto para el decreto ley de estibadore­s y, al ver que no iba a salir, no votó sí, para no estar al lado del PP.

El PP ha ido acumulando agravios y desencuent­ros, que se

Los barones populares consideran que se ha sido condescend­iente con Cs y que “hay que pararles los pies”

constataro­n, por ejemplo, en las intención de Ciudadanos de poner sobre la mesa la revisión del cupo vasco, “como si no tuviéramos más problemas”, llegó a decir Rajoy. Y después vino Catalunya con su buen resultado, que Rivera convirtió en críticas a Rajoy por no ser más duro, lo que el PP considera “una deslealtad”, e incluso las discrepanc­ias con Ciudadanos en su iniciativa sobre el uso de las lenguas cooficiale­s.

El PP sabe que esta estrategia de Ciudadanos se debe a intentar marcar distancias, y se lo esperaban, pero no tan pronto, sino a partir de finales de este año. Por eso Rajoy quiere que aún sea posible ese entendimie­nto con Ciudadanos, para aprobar estos presupuest­os, o incluso cambiar esa negociació­n, si la situación en Catalunya se prolonga, por la de los presupuest­os del 19, para tenerlos aprobados en diciembre, y que el distanciam­iento de Ciudadanos para las elecciones municipale­s no ponga en peligro la duración de la legislatur­a en el Congreso.

Los dirigentes del PP pretenden, en suma, “desnudar a Ciudadanos y ponerlos ante el espejo de sus contradicc­iones”. Todo con un objetivo claro, “hay que pararles los pies”, sentencian.

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MANUEL LORENZO / EFE El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, vitoreado en Alicante el pasado sábado

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