Europa ante el reto de su seguridad
EL papel de Europa en el mundo y, en concreto, en lo referente a su propia seguridad, es una de las cuestiones candentes en los principales foros de análisis estratégico y de perspectivas políticas continentales. Especialmente, desde que la llegada a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump ha puesto en cuestión el papel representado por el país norteamericano en el mundo a partir de la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que se mantiene en niveles muy altos la amenaza terrorista global sobre Europa.
Por esa razón, los organizadores de la 59.ª Conferencia de Seguridad de Munich celebrada este pasado fin de semana han planteado los debates sobre el eje de la pregunta “Hasta el borde del abismo, ¿y de vuelta?”, que los veinte jefes de Estado y de Gobierno, así como el más de medio centenar de ministros de Exteriores y de Defensa, han tratado de responder. La conclusión unánime es que es preciso abordar la cuestión ya. El ministro de Exteriores alemán en funciones, Sigmar Gabriel, dijo que “Europa necesita proyectar su poder hacia el mundo de forma conjunta” e involucrarse en el ámbito militar. Para el primer ministro francés, Édouard Phillippe, “si no hay un mayor compromiso operativo de los estados miembros, la cuestión seguirá siendo por mucho tiempo un mero objeto de conversación”. Para el ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, impulsar la seguridad y la defensa europeas significa “consolidar la industria armamentística y el desarrollo del componente tecnológico e industrial de la defensa”; un discurso pronunciado ante más de medio centenar de altos directivos de empresas, también invitados a la conferencia.
Si la renuncia estadounidense al papel de policía mundial que ha puesto en marcha Trump y la amenaza del terrorismo son dos elementos principales del debate de la seguridad europea, el tercer elemento es el Brexit. La salida del Reino Unido obliga a replantear la cuestión en unos nuevos términos. Precisamente, la primera ministra británica, Teresa May, expuso en Munich su intención de negociar un pacto con la Unión Europea de protección mutua post-Brexit. Pero el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, echó agua al vino británico. “Mejor no mezclar negociaciones”, decía más o menos su mensaje. Porque, como es sabido, uno de los ejes de la salida del Reino Unido de la Europa unida es el rechazo a permanecer bajo las directrices del Tribunal de Justicia de la UE, y, por tanto, la cuestión de la extradición de terroristas está todavía por resolver. Mientras no quede solucionada esta cuestión, lógicamente no puede haber acuerdo post-Brexit para la seguridad.
En Munich no estaban únicamente presentes representantes de la UE, sino que también asistieron delegados estadounidenses, rusos, israelíes, saudíes e incluso iraníes, que igualmente tomaron la palabra. En el caso del representante de la Casa Blanca, el asesor presidencial Herbert R. McMaster, conminó a los europeos a dejar de negociar con Irán, un discurso que sonó a repetido, mientras que no le fue a la zaga el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, cuando afirmó que Rusia quiere una “Europa fuerte y responsable en el escenario mundial”.
La cuestión, por tanto, es si Europa está decidida a tomar las riendas de su seguridad, lo que significa aumentar sus inversiones en defensa, inteligencia y justicia. Parece evidente que el nuevo marco estratégico mundial obliga a la UE a tomar decisiones cuanto antes mejor, pero la pregunta es si los europeos están dispuestos a secundar estas políticas. De eso no se habló en Munich.