‘Icons at risk’
BARCELONA
La casa Gomis o la Ricarda, en el delta del Llobregat, fue construida entre 1949 y 1963 por Antoni Bonet Castellana (1913-89) con la complicidad de sus propietarios. Una casa sofisticada, experimental, orgánica, modular, de una belleza pragmática digna de los grandes arquitectos racionalistas. Fue un espacio abierto a artistas y acompañó propuestas vanguardistas durante los años oscuros del franquismo.
Aun así, Iconic Houses, la red internacional de casas icónicas de los siglos XX y XXI, la considera un icon at
risk. La familia, consciente del patrimonio que custodia, hace años que busca soluciones con la administración –de momento, sin resultado– y mantiene la casa con los ingresos de visitas, alquileres para rodajes y sus aportaciones personales. La Ricarda podría ser un centro cultural de primer orden.
LOS ÁNGELES
California fue fértil para el movimiento Mid-Century Modern de diseño y arquitectura (el reflejo estadounidense del estilo Bauhaus, años 1933-1965). Las iniciativas para preservar y promocionar este patrimonio son aquí principalmente privadas o mixtas. Dos ejemplos: la Eames House, un hito de la arquitectura residencial, en el 2004 se constituyó como fundación, cuenta con el asesoramiento del
Getty Conservation
Institute, un plan estratégico a largo plazo, un programa de amigos y recibe diez mil visitas al año (la mitad, estudiantes); o la James Goldstein House de John Lautner, discípulo de Frank Lloyd Wright, la primera casa que en el 2016 quedó asignada por herencia al Lacma, que a largo plazo prevé abrirla al público y usarla para organizar exposiciones, conferencias y actos de captación de fondos.
‘TO DO’
El tiempo pasa inexorable, y las alarmas se empiezan a encender con relación a casas emblemáticas de la Catalunya de los sesenta y setenta cuyo estado de degradación les augura lo peor. A pesar de que la situación actual no sea favorable, el futuro del patrimonio arquitectónico de las últimas décadas tendrá que encontrar fórmulas creativas públicoprivadas para proteger y revitalizar estos edificios singulares y rupturistas, algunos de ellos excepcionales como la Ricarda, que pertenecen a la historia; nos pertenecen. Quizá la perspectiva histórica aún no nos ayuda, pero es nuestro deber tener un papel activo en la preservación del patrimonio para que lo disfruten las generaciones futuras. Hará falta protección de las administraciones, buenas políticas fiscales y una ley de Mecenazgo, pero sobre todo divulgación y reconocimiento.
LA RICARDA PODRÍA SER UN CENTRO CULTURAL DE PRIMER ORDEN
LAS INICIATIVAS PARA PRESERVAR EL PATRIMONIO PRINCIPALMENTE SON PRIVADAS
HAY QUE TENER UN PAPEL ACTIVO EN LA PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO