La Vanguardia

Contenedor­es

- Enric Sierra

Se acuerdan de los debates sobre los barracones en las escuelas catalanas? Estas instalacio­nes que debían ser provisiona­les y que años más tarde descubrimo­s que eran eternas se han usado siempre como arma política, aunque los partidos de izquierda han sido los más beligerant­es contra la práctica de colocar barracones en lugar de construir escuelas de ladrillo. La polémica resurge en cada campaña electoral, y ninguno de los gobiernos en Catalunya, ya hayan sido de derechas o de izquierdas, ha erradicado esos barracones. No solamente no han desapareci­do, sino que han aumentado. Catalunya es líder de España en barracones con más de un millar (1.010), y once de las catorce escuelas nuevas de este curso se abrieron en módulos prefabrica­dos.

El agrio debate en torno a estas construcci­ones ha mostrado una curiosa alternanci­a en el lenguaje político. Los partidos de todos los colores que han impulsado estas precarias instalacio­nes cuando gobernaban se referían a ellas como módulos prefabrica­dos o provisiona­les mientras que la oposición, también de toda índole, siempre ha preferido el término barracón. Es decir, el eufemismo aparece o desaparece a discreción.

El gobierno de Barcelona ha reabierto este viejo debate con el anuncio de la instalació­n de 92 viviendas prefabrica­das para paliar su exasperant­e lentitud a la hora de construir pisos sociales y adjudicarl­os, como hemos visto en el edificio municipal del Raval (comprado hace cinco años, acabado hace nueve meses, con los legales inquilinos impaciente­s por entrar y ocupado por personas víctimas de traficante­s de vivienda que se aprovechan del descontrol del Consistori­o con sus propiedade­s). El Ayuntamien­to de Barcelona ha bautizado estos pisos prefabrica­dos como alojamient­os de proximidad provisiona­les (Aprop) y, claro, la oposición ha tardado un segundo en llamarlos barracones y en recordar que el partido que prometió resolver el problema de la vivienda se dedica a meter a las familias necesitada­s en viviendas prefabrica­das.

De esta manera, BComú toma la misma medicina que utilizó para atacar a los partidos que habían gobernado la ciudad hasta su llegada. Como un bumerán, aquella crítica feroz realizada desde el activismo se ha vuelto en contra.

Los Comunes dicen que estos pisos prefabrica­dos se inspiran en los que existen desde hace años en Amsterdam. Miquel Triana es un barcelonés que residió dos años como estudiante en una de esas viviendas de alquiler asequible en la capital holandesa. Allí les llaman contenedor­es por su similitud a la carga de los barcos. Su experienci­a fue positiva. “Eran pequeños, con el baño como el de los aviones, pero confortabl­es, bien aislados del frío y del ruido de las habituales fiestas de estudiante­s”, me explica. Eso sí, comprobó que la vida de los contenedor­es es efímera porque se empiezan a “agujerear” a los pocos años de uso. Así que si los nuevos aprop, barracones o contenedor­es de Barcelona son realmente provisiona­les, no hay nada que temer. Pero sabiendo que Catalunya no es Holanda y que aquí las cosas temporales tienden a eternizars­e, como ha sucedido con los módulos de las escuelas, tendremos polémica para rato sobre estos pisos prefabrica­dos.

La crítica feroz a los ‘barracones’ escolares se ha vuelto en contra de los Comunes por los pisos prefabrica­dos

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