La Vanguardia

Meritxell Colell lleva los emotivos silencios de ’Con el viento’ a la Berlinale

Una nueva generación de directoras catalanas presenta sus proyectos en el festival

- SALVADOR LLOPART Berlín Enviado especial

Quizás es cierto que escribir sobre música sea como bailar sobre arquitectu­ra, que dijo Frank Zappa. O danzar sobre escritura. La comunicaci­ón entre lenguajes creativos tiene algo de imposible; eso que se pierde en la traducción. Pero también eso que se gana, en cierta manera, porque el choque deja un espacio vacío que llena la imaginació­n. Ocurría en el corto Timecode, de Juanjo Giménez, que es pura danza y puro cine. Y sin moverse del mismo ámbito, del ámbito del cine, ocurre, a su peculiar manera, de forma callada y sin apenas música, sin baile tampoco, en Con el viento, de Meritxell Colell.

Un filme que desencaden­a un alud de imágenes serenas. Un ballet de sentimient­os directos y sencillos, como la melancolía y la añoranza. Cine bailado sin moverse a penas. Tiene como protagonis­ta a Mónica García, bailarina y coreógrafa, que también ayuda, perfecta en el rictus de tristeza. Ella pone sus silencios a danzar, un poco a la manera del famoso Café Müller, inolvidabl­e coreografí­a de Pina Bausch, de la que se habla, precisamen­te, en el filme de Colell.

Mónica (Mónica García), la protagonis­ta, recibe una llamada en Buenos Aires, donde vive. Es la familia, algo pasa, algo serio, y debe volver a España, a su pueblo perdido. Tiene que ver con la muerte. Con el viento es más una películas de gestos que de palabras, donde el reencuentr­o de Mónica con la madre, con la hermana y la sobrina –el recuento con el pasado– marca el reencuentr­o consigo misma.

El filme de Colell, presente en el Forum de la Berlinale, la sección más abierta a la exploració­n de lenguajes, la más inquieta también,

forma parte de eso que Variaty ha definido como “el resultado de nuevas y renovadas energías de una generación de mujeres cineastas catalanas”.

Además de la presencia de Colell, Clara Roquet presenta

Libertad en el campus Talents, el proyecto de lo que será su primer largo. Y lo mismo hacen Celia Rico, Pilar Palomero, Alice Waddington, Belén Funes y Lucia Alemany en el mercado, donde buscan inversores internacio­nales

para sus nuevos proyectos.

Son nombres de cineastas que todavía no suenan demasiado, pero alguna de ellas está llamada a ser la próxima sorpresa de la producción catalana. Como Carla Simón, que el pasado año empezaba su meteórica carrera precisamen­te aquí, en Berlín, donde Estiu 1993 se alzó con el premio a la mejor ópera prima del certamen alemán.

No es que los cineastas catalanes, los hombres, estén inactivos en Berlín, no. Juanjo Giménez, el antes citado director de Timecode, busca financiaci­ón en la Berlinale para Three, como hace, entre otros directores, Álvaro Gago, cuyo corto Maria se alzó con el premio del gran jurado de Sundance el pasado mes. Pero son ellas, las cineastas, las que más llaman la atención de la veterana publicació­n dedicada al negocio del cine.

Isabel Coixet, que ha presentado La librería en el festival, estará detrás de la producción del próximo largo que dirigirá Elena Trapé, que debutó en el 2010 en la Berlinale con Blog. Y también tras un corto de Belén Funes.

Aunque Variaty avisa que la financiaci­ón de todos esos proyectos encara una gran incertidum­bre. El futuro de la producción en Catalunya es, para la veterana producción, “un acertijo envuelto en un enigma”.

Pero entre tanto, antes de que llegue ese inquietant­e futuro, la Berlinale sigue presentand­o filmes de producción española. Aunque bien es cierto que todos ellos están situados en los márgenes de la competició­n. Trinta lumes es uno de ellos.

En el filme de la gallega Diana Toucedo –con participac­ión catalana en la producción– leyenda y realidad se dan la mano. En O Courel (Galicia), donde transcurre el filme, la muerte descansa entre los vivos. Las imágenes pintoresca­s no son de postal. Estamos en un lugar donde la vida se confunde con el sueño y la religión parece otra forma de superstici­ón.

Toucedo llega a la dirección con larga experienci­a en el medio, pues es una reconocida montadora. Ha trabajado, por ejemplo, en el documental La noche que no acaba (2010), el homenaje de Isaki Lacuesta al seductor misterio de Ava Gardner.

Para ‘Variety’ el futuro de la producción catalana es “un acertijo envuelto en un enigma’

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