Cosas que ocurren en un café
La editorial Errata Naturae redescubre en castellano a Mary Lavin, una de las mejores autoras de cuentos del siglo XX
No contábamos con traducciones de su obra en castellano y pocos la conocían aquí. La Mary Lavin de En un café (Errata Naturae) se nos presenta como una autora brillante, procaz e incisiva. Sus relatos tejidos sobre esa verde, campestre, intensa y dura Irlanda de fondo conquistan al lector. “La memoria y deseo de tantos jóvenes expatriados, de tantas viudas”.
El libro promete ser otro acierto en ventas de Errata Naturae, que ya nos venía acostumbrando a descubrir autores que desconocemos o a editar textos inéditos en castellano. Con Tú no eres como otras madres, de Angelika Schrobsdorff, por ejemplo, dio en la diana. “Con Mary Lavin –confiesa su editora Irene Antón– me ha ocurrido algo fascinante, como cuando hace unos años descubrí a Edna O’Brien”.
“Por decirlo sin rodeos, magnífica”, rezaba el titular de The New York Times. Autoras de prestigio como Joyce Carol Oates consideran a Mary Lavin una de las mejores autoras de cuentos del siglo XX, y la premio Nobel de Literatura del 2013, Alice Munro, confesó “leerla” con “asombro y seguridad porque es tremendamente intrépida, original y extraordinaria”.
Su historia parece fácil de resumir aunque esconde enigmas por resolver. Mary Lavin nace en East Walpole, Massachusetts, en 1912. A los 10 años abandona EE.UU. con su familia, de origen irlandés, para regresar a esa Irlanda de sus raíces que marcará su literatura.
Algunos de esos cuentos de Lavin, que en su día se publicaron en revistas como Harper’s Bazzar o The New Yorker, merecieron premios como el James Tait Black Memorial, Guggenheim Fellowship o el Katherine Mansfield.
La crítica en Gran Bretaña y EE.UU. ha considerado esta antología digna descendiente de retazos de Joyce aunque a su editora en España le recuerde más a Chéjov. Limonada, En medio de los campos o Una taza de té son algunos de esos cuentos con traducción de Regina López Muñoz.
Destaca, entre otros, el relato que da nombre al volumen –En un café– donde Mary, en pleno proceso de duelo por su marido, recuperará la armonía, cierta dignidad que sentía perdida. “Era justo así como se acercaba para reunirse con ella: llevando con indolencia el viejo sombrero de fieltro, satisfecho de haber acabado la jornada. Por primera vez en los dos años que habían pasado desde que él la había dejado fue capaz de vislumbrarlo (...) Había rescatado sus derechos. ¿Pero de qué modo los había recuperado exactamente en aquel pequeño café? Ahí residía el milagro”.
En 1992, cuatro años antes de fallecer en Dublín, Lavin fue nombrada Saoi de Aosdána, el más alto reconocimiento literario irlandés. El crítico británico V.S. Pritchett dijo que no se le ocurría nadie más que hubiera profundizado tanto, y con menos miedo, en el corazón irlandés. Emigración, maternidad, prejuicios, desamor, todo cabe en este compendio de pinceladas a la irlandesa.
En Gran Bretaña y EE.UU. la ven heredera de Joyce, aunque a su editora española le recuerda más a Chéjov