Un acto de amor
EN los últimos días este diario ha publicado anuncios de prestigiosas editoriales invitando a regalar un libro para el día del Padre. Una encomiable iniciativa ante la desaparición de la corbata o las malas experiencias con una colonia equivocada. Lo que ocurre es que los lectores acostumbran a ser mujeres, sobre todo de novelas. Tanto es así que Vincent Monadé, presidente del Centro Nacional del Libro de París, acaba de publicar un libro titulado precisamente Cómo hacer leer a los hombres de tu vida (Plataforma). La obra empieza con una frase rotunda: “El lector es una lectora”. Y se imagina al hombre como ese enemigo que, mientras la mujer consigue un momento de reposo para sumergirse en las páginas de un libro, “no cesará de perturbar tu lectura, de aburrirse ruidosamente, de proponer salir, de quejarse, de poner la televisión a tope, de clavar, agujerear, picar, de invitar a sus amigos a ver el partido, de exigir conversaciones a corazón abierto para acabar hablando solo de él, de su trabajo, de sus proyectos, de preguntar: ‘¿Está bien eso que lees?’, de comentar la contracubierta, de hacer bromas sobre el nombre del autor, de perturbar el espacio y el tiempo con su sola presencia”.
Monadé, que tiene pinta de personaje de cómic de línea clara, califica el hombre de ser simple, infinitamente menos astuto que su compañera, escasamente sutil y que obedece a leyes inmutables. Y ha escrito un libro con técnicas probadas para convertirlo en lector, igual que existen otras para hacerlo partícipe de las labores hogareñas o de la educación de los hijos. El autor recomienda intentarlo, aunque conozca grandes lectores que no quiere ni como vecinos de mesa, mientras que se iría de vacaciones con otros que no leen nunca. Sobre todo porque “leer es no estar nunca aislado” o porque leer puede disipar cualquier pena (Montesquieu). El día del Padre es mañana, puede ser un buen momento para probarlo. Hacer leer es un acto de amor.