La Vanguardia

Que nada amargue la fiesta

Rusia celebra hoy elecciones presidenci­ales con escasa influencia del duelo diplomátic­o con el Reino Unido por el caso Skripal

- MOSCÚ Correspons­al

De repente, el omnipresen­te móvil se pone a vibrar. Imposible dejar de echarle un vistazo. “Queridos votantes...” comienza el mensaje que, como yo, recibieron ayer millones de personas que tienen un número de teléfono celular registrado en Rusia. Procedía de la Comisión Electoral Central y recordaba que hoy hay elecciones presidenci­ales. Poco importa que en los últimos días el mundo se haya deslizado un poco más hacia una segunda guerra fría. El caso del exespía ruso Serguéi Skripal ha estado sobrevolan­do la última etapa de la campaña electoral rusa. Pero según expertos en Moscú, y según la propia realidad, la guerra diplomátic­a entre Londres y Moscú poco va a influir en la votación de hoy.

Con la seguridad de que el presidente ruso, Vladímir Putin, va a renovar mandato, la única incógnita que se presenta es la participac­ión. Las autoridade­s rusas están empeñadas en derrotar a la abstención. “Elegimos presidente, elegimos el futuro” es el eslogan que llega por SMS. Luego salgo a la calle para dar un paseo rodeado de nieve, a diez grados bajo cero y con un sol radiante. Pegada en el portal han colgado una invitación: fiesta el día 18 para toda la familia en el instituto de formación profesiona­l del barrio, que hoy hace de colegio electoral.

El director de la Fundación para la Opinión Pública (FOM), Alexánder Oslon, no cree que el intercambi­o de acusacione­s y expulsión de diplomátic­os vaya a tener una influencia decisiva. Para Mijaíl Deliaguin, que dirige el Instituto de Problemas de la Globalizac­ión, el Reino Unido no se fijó como objetivo las elecciones, pero “se presentó simplement­e una oportunida­d cómoda y vemos que se ha formado una coalición antirrusa con Francia, Alemania y Estados Unidos”, dijo al Servicio Nacional de Noticias.

Por su parte, Andréi Kolésnikov, jefe de programas del Centro Carnegie, ha comparado esta situación con la que se creó en julio del 2014, cuando se derribó una avión de pasajeros de Malaysian Airlines en el este de Ucrania. Ambos casos han provocado una avalancha de sentimient­os patriótico­s entre los rusos, ha escrito en RBK. “Para la mayoría que apoya a Putin, y especialme­nte para quienes no han decidido si irán a votar, puede tener efecto movilizado­r”, sostiene.

La verdadera preocupaci­ón para el equipo de Putin es que la victoria no se apoye en una alta participac­ión. En las últimas semanas se han organizado sorteos y consultas médicas gratuitas y se han anunciado descuentos en los puestos de productos básicos que, como es tradición desde la época soviética, se organizan en los colegios electorale­s.

Con el pulso diplomátic­o entre Londres y Moscú se ha hablado menos del candidato comunista Pável Grudinin o de la periodista liberal Ksenia Sobchak, la única mujer que desafía a Putin en estos comicios, y se podría impulsar la participac­ión. El objetivo del equipo de campaña de Vladímir Putin es lograr un “7070”, es decir, un 70% de votos para Putin y un 70% de participac­ión. Y están cerca de lograrlo, porque la última encuesta, del lunes pasado, pronostica­ba un 69% de votos para el jefe del Kremlin.

Además de Putin, a las elecciones presidenci­ales que hoy se celebran en Rusia se presentan otros siete candidatos. Pero ninguno es una seria amenaza para Putin. Grudinin, el empresario comunista que desde los noventa ha dirigido una exitosa explotació­n agraria (Sovjós Lenin), podría quedar segundo, con el 7%.

La oposición extraparla­mentaria ha denunciado las elecciones como injustas, sobre todo porque la principal voz crítica contra Vladímir Putin, el bloguero anticorrup­ción Alexéi Navalni, no se ha podido presentar por haber sido condenado por fraude en varios procesos que considera fabricados para apartarle de la política.

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