La Vanguardia

Dependenci­a o independen­cia

-

El 1 de octubre fuimos a votar, fuimos incluso cuando la Policía Nacional y la Guardia Civil empezaron a pegar a los votantes que defendían su voto y las urnas. En ciertos lugares se ejerció una violencia máxima contra los que votaban, y eso es una cosa que no podemos olvidar. Pero aun así la gente fue a votar masivament­e, sin miedo. Aquel día el pueblo de Catalunya fue muy valiente.

El 3 de octubre se vivió un paro de país en protesta por la represión judicial, y el día 10 se decidía aplazar la declaració­n de independen­cia desde el Parlament para encontrar vías de diálogo. El día 16 los presidente­s de la Assemblea Nacional Catalana, Jordi Sànchez, y de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, eran detenidos por la manifestac­ión frente al Departamen­t d’Economia: después de cuarenta años teníamos de nuevo presos políticos.

Viendo que no había negociació­n posible, se decidió sacar adelante la proclamaci­ón de la independen­cia, pero aun así nuestra responsabi­lidad era dejar abierta hasta el último minuto cualquier posibilida­d de negociació­n democrátic­a que respetara la voluntad de los catalanes expresada el 1 de octubre. El 26 de octubre el presidente Puigdemont intentó avanzar elecciones por si acaso servía para negociar con España, pero el Estado no hacía ningún gesto ni estaba dispuesto a nada. Las negociacio­nes de aquellos días fueron duras, se intentaron acciones desde el PSC, desde el Govern, y Santi Vila –por recomendac­ión del presidente Puigdemont, y con la ayuda de otros partidos como el PNV– también intentó negociar con varios miembros del PP hasta el último momento. Viví en Palau la reunión a la cual asistieron los miembros del Parlament, del Govern y la dirección del PDECat y en la que nos anunciaron la decisión del presidente Puigdemont de convocar elecciones, tomada aquella mañana. Recuerdo los llantos, la rabia de muchos, el intento de romper carnets de algunos, la revuelta, la desolación y decepción por la decisión... Había personas que no sabían como volver a sus pueblos después de haber prometido la independen­cia a sus vecinos, no sabían cómo justificar­lo ni cómo mirarles a la cara. Se nos hizo creer que si íbamos a elecciones habría una salida, pero después de la decisión de Puigdemont desde Madrid no se obtuvo la respuesta esperada: el 155 se aplicaría hiciéramos lo que hiciéramos. El Xavier Trias explica que en el 2016 sufrió una angina de pecho y que a raíz de esta experienci­a pensó que “quizás debía hablar abiertamen­te de cosas que nunca se habían querido explicar bien, hechos que se habían olvidado, que quizás se han menospreci­ado sin motivo o con motivos muy ocultos”. Con este propósito, Trias –el conseller de Sanitat por excelencia, con el permiso del doctor Laporte, uno de los hombres de Madrid, en el Madrid de Estado nos planteó un pulso y nos ganó del todo. Una parte del PP muy ligada a Aznar y a Ciudadanos creyó que debía demostrar fuerza y firmeza y nos derrotó definitiva­mente. Ante eso, no se podía hacer más que proclamar la independen­cia o humillarno­s al máximo.

Aquella noche Santi Vila dimitió por el fracaso de su gestión, fracaso Aznar en su caso, de Jordi Pujol y el alcalde de Barcelona–, escribe este libro, en colaboraci­ón con Biel Figueres, para repasar los momentos vividos desde que entró en el mundo de la política y de los que todavía hoy no ha salido. Sin riesgo de hacer un spoiler, este es un fragmento del último capítulo. que venía de quemar al mensajero por parte del Gobierno del Estado. Santi Vila se equivocó en lo que dijo después, en el momento en que lo dijo, en cómo lo dijo. Unas reflexione­s que podían haber sido más o menos válidas quedaron invalidada­s por el momento en que se hicieron. Porque después de la reacción de España sólo te queda la posibili- dad de estar a disposició­n del gobierno del cual has formado parte, que ha acabado en el exilio o en la prisión. Este fue un error muy importante y una lástima, ya que es un político con proyección de futuro.

El 27 de octubre, después de comprobar que el Estado no tenía ninguna intención de respetar las decisiones de los catalanes ni de sentarse a negociar, se decidió proclamar la República catalana desde el Parlament. Allí asistí a los actos con los otros alcaldes y personalid­ades del país, en un momento de gozo pero también de profunda preocupaci­ón. Aquel mismo día, el Gobierno Rajoy anunció la aplicación del 155, por el cual suspendía el Govern de la Generalita­t de Catalunya y el Parlament de Catalunya, y convocaba elecciones para el 21 de diciembre. El día 30, medio Govern, comandado por Carles Puigdemont, se marchaba al exilio en Bruselas. Y el 2 de noviembre la Audiencia Nacional encarcelab­a la otra mitad del Govern, entre ellos mi querido Joaquim Forn. En poco más de un mes, toda la política catalana quedaba trastocada.

Durante el otoño del 2017 hemos visto hasta dónde es capaz de llegar el Estado para imponer su poder y conservar su estatus. Para mantenerlo será capaz de retorcer las leyes, de mentir, de manipular la justicia a través de los fiscales, de inventarse pruebas para destruir personas públicas sólo por sus ideas, de aplicar la amenaza, salir al grito de “¡A por ellos!” a pegar a abuelas que iban a votar, suspender la autonomía, de enviar el Govern al exilio o a la prisión, de amenazar con nuevas represione­s y, en definitiva, de imitar aquellos que dicen “La maté porque era mía”. Nos han suspendido la autonomía con toda la arrogancia posible y se han dedicado a laminar el autogobier­no desde dentro, convencido­s de que no haremos nada por miedo a la represión y la amenaza, sea explícita o sólo medio insinuada.

(...) El Estado también ha tenido que actuar de esta manera porque es más débil de lo que se piensa, pero aun así tiene la fuerza bruta, muy potente. Eso lo hemos visto en la improvisad­a convocator­ia de elecciones después de la aplicación del 155, unas elecciones que tenían que servir para echar el independen­tismo del poder y que sólo han conseguido reforzar al presidente legítimo, Carles Puigdemont. Por las malas no conseguirá­n nada, sólo reforzarno­s. Se ha visto que hay cosas que no conseguirá­n ni utilizando todo su poder. Pero nosotros también tenemos que ser consciente­s de nuestras limitacion­es en este sentido. El 21 de diciembre del 2017 ganamos los partidos independen­tistas, pero todavía queda mucho por construir, queda mucho trabajo, que segurament­e tendrán que hacer nuevos actores políticos.

 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Xavier Trias en el salón de plenos del Ayuntamien­to de Barcelona
LLIBERT TEIXIDÓ Xavier Trias en el salón de plenos del Ayuntamien­to de Barcelona
 ??  ?? TOT EL QUE NO ES VOLIA DIR
XAVIER TIRAS
Ed. Pòrtic
TOT EL QUE NO ES VOLIA DIR XAVIER TIRAS Ed. Pòrtic

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain