Símbolos
Es difícil imaginar cómo se analizará en el futuro la presidencia de Carles Puigdemont al frente de la Generalitat de Catalunya. La perspectiva histórica permite contextualizar los hechos en un marco lo suficientemente amplio y distante como para que cualquier época acabe teniendo la coherencia de un relato, pero ahora, en el efervescente presente, todo está aún inevitablemente envuelto en la lucha por hacerse con las claves narrativas de ese relato.
De momento, la consideración sobre qué posición ordinal ocupa Puigdemont como president es también objeto de debate. El lector Josep Climent Parcet envió una carta a este Defensor para plantear que es “completamente falso” denominarlo el 130.º presidente de la Generalitat, tal como se hace con cierta asiduidad en algunas de las informaciones que se publican en la sección de Política de nuestro diario.
En su extensa argumentación, Climent Parcet hace referencia a un artículo del editor Daniel Fernández publicado en La Vanguardia el 31 de enero del 2016 en el que se afirmaba que Puigdemont era el noveno presidente de la Generalitat, no el centésimo trigésimo. “Yo mismo he visto –argumenta en su queja el lector, que es doctor ingeniero industrial y, como aficionado a la historia, es miembro de la Societat Catalana de Genealogia, Heràldica, Sigil·lografia, Vexil·lologia i Nobiliària– numerosos documentos de épocas medievales en los que nunca se habla de un presidente, ya que no existía”.
El lector explica, como también hace Daniel Fernández en el artículo citado, que la Diputació del General medieval no tiene una relación real con la institución que instaura la Segunda República y que ahondar en esa continuidad secular conduce a considerar a “numerosos obispos catalanes como presidentes de una Generalitat ficticia”.
“Además de la opinión de Daniel Fernández y de la mía –añade–, en la Gran Enciclopèdia Catalana, volumen 12, página 29, entrada Generalitat, hay un cuadro con los presidentes de la Generalitat que comienza con Macià en 1932 y acaba con Pujol en la fecha de la edición de la GEC, que contiene cinco presidentes, a los que se han de añadir Maragall, Montilla, Mas y Puigdemont, lo que da finalmente un total de nueve. Y consta que la Generalitat existe desde 1931”.
Jaume V. Aroca, redactor jefe de Política, responde que “el señor Climent plantea un debate histórico que no corresponde esclarecer a los redactores de la sección de Política de La Vanguardia. Desde la legislatura de Pasqual Maragall se ha utilizado el numeral para identificar al president y La Vanguardia lo ha utilizado ocasionalmente en sus informaciones. Sin ir más lejos, en la primera investidura de Artur Mas, en el 2010, este diario tituló en portada: Artur Mas, 129.º president. Entenderá, por tanto, que sigamos utilizándolo como hace la propia institución en una tradición política que no es nueva ni partidaria. En cualquier caso me parece inaceptable que se atribuya a redactores de la sección la voluntad de ‘falsear la historia’”.
El tema, efectivamente, es muy interesante y, en su vertiente histórica, podría dar pie a un intercambio de citas y datos por parte de eruditos. Pero también resulta innegable que ahora mismo es una pieza más de una batalla ideológica e identitaria que ha tenido como resultado abrir una brecha profunda y aparentemente cada vez más insalvable en el seno de la sociedad catalana. Sería bueno que todos fuésemos capaces de encontrar puntos de encuentro básicos y, mientras tanto, que dejásemos a un lado los elementos que acentúan más y más las disensiones.
Polémica en torno a si Carles Puigdemont puede ser denominado el 130.º presidente de la Generalitat o si en realidad ha sido el noveno