La marea blanca frenó la macroprivatización
Años de bonanza. Mucho dinero moviéndose de unas manos a otras, bastantes de ellas vinculadas al mundo de la construcción y otras muchas, al parecer, al mundo de política. Y, al frente de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que anuncia la construcción de una decena de hospitales. ¿Eran necesarios? Según ella, sí. Pero, tranquilos, dijo a los madrileños. No iban a costar mucho dinero. La Comunidad ponía los terrenos y las empresas constructoras los levantarían para gestionar todo lo no sanitario y cobrar un canon por eso. A su lado, Ignacio González jaleaba las decisiones de la lideresa.
El 31 de octubre del 2012, González, entonces presidente de la Comunidad de Madrid, y el consejero de Sanidad Javier Fernández Lasquetty, anunciaron el inicio de la privatización total de seis hospitales. En esa operación privatizadora también se incluían a decenas de centros de salud.
En plena crisis económica y con el Gobierno central con la tijera puesta especialmente en sanidad (también en educación), la decisión de González provocó el levantamiento de los profesionales sanitarios. Lo nunca visto. La marea blanca siguió un día y otro y otro levantando la voz contra lo que consideraban el desmantelamiento de las sanidad pública y no cesó en su empeño de revertir las ansias privatizadoras del Gobierno de González (el mismo imputado en varios casos de corrupción, como Lezo o Púnica).
Durante meses, las calles de Madrid se llenaron de batas blancas y de pacientes. Cada semana se sumaban más ciudadanos. Hasta que al final, el mismo González renunció a sus planes privatizadores y Fernández Lasquetty renunció a su cargo.
Eso sí, el modelo Alzira sigue funcionando en cuatro hospitales madrileños (Valdemoro, Torrejón de Ardoz, Móstoles y Collado-Villalba).