Barcelona pide que la aporofobia sea delito
Sólo se denuncia el 17% de las agresiones a los sintecho, lo que da más relevancia a un caso en el que la alcaldía ha ejercido la acusación
El Ayuntamiento de Barcelona, que ejerció la acusación popular por la agresión a un sintecho, aplaude la reciente condena a los dos acusados, pero “hay que mejorar la prevención y la reparación para que hechos así no se repitan”, como pide Jaume Asens, teniente de alcalde de Derechos de Ciudadanía.
La alcaldía considera “urgente e imprescindible” que el Código Penal reconozca la vulnerabilidad de estas personas, víctimas propiciatorias de los delitos de odio e intolerancia. De momento ,la RAE ha sido más rápida que los legisladores, porque ya admite el uso del vocablo aporofobia u odio a los pobres. Todavía no hay, sin embargo, un agravante específico para castigar con más dureza estas conductas.
Las leyes, eso sí, agravan la responsabilidad penal en caso de agresiones por motivos racistas, antisemitas o por la ideología, religión o creencias de la víctima, su etnia, nación, sexo, orientación o identidad sexual, enfermedad o discapacidad. Pero no la pobreza.
Un millar de personas duermen en la calle en Barcelona. Una de cada cinco ha sufrido agresiones físicas; y una de cada tres, insultos o vejaciones. La mayoría de los casos quedan impunes porque sólo se denuncia el 17%, según un estudio de la red de atención a personas sin hogar. El informe agrega que los autores del 28% de estos hechos son “jóvenes que están de fiesta”.
El 9 de octubre del 2016, dos hombres, de 33 y 36 años, vecinos de Mataró y l’Hospitalet de Llobregat, quisieron entrar en un cajero automático donde un sintecho se había encerrado para dormir. Los golpes y las patadas en la puerta le despertaron, y abrió de inmediato, pero en cuanto lo hizo le dieron tres puñetazos en la cara. Luego, mientras uno de los agresores sacaba dinero, el otro le amenazó de muerte.
La víctima necesitó atención médica. Los agresores, con antecedentes por delitos en el ámbito del hogar y robos con violencia, entre otros, fueron detenidos días después. Según los Mossos, actuaron como lo hicieron porque creían que no les denunciarían o bien no se le daría credibilidad al denunciante.
El juicio se celebró el jueves, con el Ayuntamiento como acusador popular, sentado junto a un representante de la Fiscalía contra los Delitos de Odio. El autor de los golpes aceptó una pena de nueve meses de cárcel por un atentado contra la integridad moral con abuso de superioridad y la circunstancia atenuante de reparación de daños, ya que antes de la vista depositó en el juzgado el dinero que se le pedía en concepto de responsabilidad civil.
Él y su compañero (en su caso, por omisión del deber de impedir delitos) fueron condenados además a sendas multas. El encarcelamiento se suspenderá si el agresor no delinque en los próximos dos años y si realiza dos cursillos, uno sobre prevención de la violencia y otro sobre derechos humanos. La víctima dormía casi siempre en portales o en parques. Aquel día hizo una excepción y buscó un cajero automático porque se encontraba mal. A las seis de la mañana le despertaron los golpes en la puerta...
Los dos agresores de un hombre que dormía en un cajero aceptan multas y cursillos de civismo para evitar ir a la cárcel