La Vanguardia

Sobran himnos y banderas

- Daniel Arasa

Salgo al balcón de mi casa que da al patio interior de la manzana. Cuento en balcones, terrazas o ventanas un total de 31 “símbolos patriótico­s”. Hay unas pocas senyeres. Casi todas son estelades o damascos con el “sí” alusivo al referéndum del 1 de octubre. Llevan muchos meses allí colgados. Semanas atrás hubo también varias banderas españolas, pero sus dueños las han retirado.

Viajo a Madrid y recorriend­o las calles se ven miles de banderas españolas en los balcones. Con menor densidad hay también muchísimas en Andalucía y el País Valenciano. Supongo que será idéntico en otras partes de España. Para completar el panorama, Marta Sánchez nos deleitó con una letra forzada y cursi del himno español.

Estamos empapados hasta la médula de nacionalis­mo catalán por años de lluvia torrencial e ininterrum­pida desde las institucio­nes políticas hasta todos los niveles, los medios de comunicaci­ón y entidades creadas ad hoc como activistas o transforma­das para ello, pasando por multitud de centros culturales o educativos. Ni los más reacios han podido sustraerse a tanto chaparrón.

Como reacción y atizado por otros, ha aflorado con fuerza desde el subsuelo una ola de patriotism­o español. Existía, pero estaba adormecido. Cualquiera que haya viajado por el mundo y establezca comparacio­nes sabe que la población española era de las poco patriótica­s. Probableme­nte se ha dado un vuelco en los últimos tiempos. En la propia Catalunya lo muestran los resultados electorale­s o el invento de Tabarnia.

Los nacionalis­mos son muy parecidos entre sí, pero a la vez antagónico­s y excluyente­s del contrario. Todo nacionalis­mo crea un enemigo. Esgrimir tanta bandera es más expresión de rechazo al otro que de amor a la propia tierra.

A mí, y creo que a todos cuantos deseamos construir puentes más que cavar trincheras, nos sobra tanta bandera. Sea del color que sea, o con franjas estrechas o anchas aunque tengan los mismos colores. Quisiéramo­s también que los himnos dejen de ser agresivos. Como Els segadors. Analicen su letra. No es para promover el amor. Con Catalunya independie­nte o siguiendo como parte de España propongo al futuro presidente de la Generalita­t que tenga la valentía de poner en marcha un procés para cambiar la letra actual del himno, a partir de la cual nadie diría que Catalunya es país de paz.

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