Eibar del derecho y del revés
El cineasta argentino Tomás Lipgot estrena el documental ‘Viva el palíndromo’ en el festival de cine Bafici
El próximo 7 de abril el Club Palindromista Internacional celebra su encuentro anual. Como la mayoría de miembros son catalanes, los suelen hacer por aquí, pero este año uno de los miembros vascos del club, el eibarrés Markos Gimeno Vesga, ejerce de anfitrión en la villa armera. Hace días que recibo frases capicúa (palíndromos) con el topónimo de Eibar. Es uno de los pocos que, como Roma/amor, admite una lectura inversa. En este caso el bifronte es rabie, del verbo rabiar. Y eso facilita la elaboración de estas frases de pie forzado. Imagínense que, en vez de Eibar, hubieran ido al valle de Baztan, y concretamente a Azpilikuetagaraikosa-roiarenberekolarrea (alias Azpilikueta). Los pobres palindromistas hubieran desistido. En cambio, con Eibar todos se atreven. Ya hace días que llueven palíndromos. Lo inició el 15 de marzo Xavier Muniesa quien, para excusar su ausencia, les regaló uno muy largo: “Ana irá a Eibar, Adán. Allí peca la nena, la nena la cepilla... Nada rabie a Ariana”. Desde entonces, no paran de llover, a decenas, los palíndromos que contienen Eibar. Algunos, complejos, como “Oé! Sumé cera para bienes, oid. ¡Dios, en Eibar aparece museo” (Joan Tomàs) o “A su museo rehusar, en Éibar? Ah —sonríe— ir nos hará bien. (Era su héroe, su musa)” (Xavi Torres). Otros parecen microrelatos, pero no pueden rehuir la relación directa con el verbo rabiar: “Rabien esas orejetas, eibarreses, reconocerse, ser rabí. Esa teje rosas en Eibar” (Miguel Ángel Zorrilla). Algunos consiguen esquivar la rabia: “Dirá bien en Eibar, id” (Miguel Ángel Briz), “Asumo su rol, Eibar era bielo-ruso, musa” (Pablo Nemirovsky), “¡Aserrá bien, eibarresa!” (Alberto Abia) o “Ser rabí es eibarrés” (Xavier Muniesa). Los hay que nos descubren palabras, como “Su bolaño tolera bien en Éibar el otoñal obús” (Alberto Abia). Bolaño, aquí, no es el apellido del escritor chileno, sino una bola de piedra que disparaban las bombardas.
Los más canónicos juegan con el bifronte Eibar-rabie sin manías: “Rabie, Nuria: solo tropecé por Tolosa, Irún, Eibar... “(Raúl Ortiz), “Rabié al reconocerla: Eibar” (Alfonso de Vilallonga), “¿Nevó en Eibar? Rabié, Neo, ¡ven!” (Sylvia Tichauer) o “Rabié, nenaza cábala alaba, cazan en Eibar” (Jesús Lladó). Y algunos eluden la rabia a través de un rabino, “rabí” en catalán: “Li fon a l’atacar Eibar, Lea, el rabí era catalanòfil” (Eladi Erill). La cuestión es que el topónimo de Eibar ha provocado una hemorragia de palíndromos, hasta el punto que Fernando Sáenz Ridruejo propone el neologismo “palindrorragia”.
El festival coincide con una noticia bomba. El cineasta argentino Tomás Lipgot (de Neuquén, si lo releen del revés ya verán de dónde le viene la afición) estrena el documental Viva el palíndromo en el prestigioso festival de cine Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Salimos en él prácticamente todos.