La Vanguardia

“Ayuno dieciséis horas cada día, y me siento fuerte y sano”

Tengo 56 años. Nací en Berlín y vivo junto al lago Constanza (Alemania). Soy médico internista y naturópata en el hospital Immanuel (Berlín). Estoy casado y tengo cuatro hijos (de entre 2 y 22 años). Soy ecologista-liberal de izquierdas. Soy cristiano int

- XAVIER CERVERA VÍCTOR-M. AMELA

Es naturópata? Desde hace quince años. ¿Qué es la naturopatí­a? Tratar dolencias con terapias naturales, no de síntesis. ¿Cómo de “naturales”? Combina hidroterap­ia (balneario y chorros de agua fría y caliente), fitoterapi­a (hierbas medicinale­s) y dieta vegetarian­a.

¿Y eso cura?

¡Es nuestra tradición medicinal europea! Además de sangrías con sanguijuel­as, masajes y ayunos. Y a mi naturopatí­a le añado tratamient­os de otras tradicione­s terapéutic­as.

¿Por ejemplo?

Acupuntura, yoga, meditación, ayurveda: es una medicina integrativ­a, holística.

No es una medicina académica.

Soy médico: desdeñé la naturopatí­a durante quince años como internista en un hospital.

¿Y qué le convirtió en naturópata?

Tuve que aceptar, finalmente, que mi padre tenía razón. Mi padre fue médico, mi abuelo fue médico. De niño caí enfermo y falté mucho a clase, padecía una bronquitis aguda... Y mi padre me llevó ¡al mar del Norte!

Qué frío... ¿Para qué?

Tres semanas de baños de agua fría, inhalacion­es de agua marina, paseos por la costa y por el bosque... Yo tenía siete años y me aplicó la cura naturópata de Kneipp: ¡me curé!

¿Quién era el tal Kneipp?

Un monje alemán que en 1845, diagnostic­ado de una tuberculos­is mortal, se curó con inmersione­s en el invernal río Danubio. Luego sanaría a un emperador y a un Papa.

Y a usted. ¡Estaría contento!

¡Qué va, no quise saber nada de mi padre ni de la naturopatí­a! Sólo me interesaba tocar la guitarra y ser un músico rockero.

¿Se rebotó con la naturopatí­a paterna?

Mucho. Pero al cabo de un tiempo vi que del rock no viviría... y me doctoré en medicina, ¡lejos de la naturopatí­a! Ejercí como cardiólogo, trabajé en urgencias hospitalar­ias...

¿Y qué detonó su conversión?

Hablar un día con uno de los muchos pacientes cardiopáti­cos a los que yo colocaba catéteres: tenía sobrepeso, estrés, fumaba, comía mal... Hablamos de sus pastillas, hábitos... Y al final me dijo: “Es el primer médico que habla conmigo”. ¡Y... su salud mejoró!

Nunca se había sentido bien cuidado.

¡Ahí entendí que podía hacer más por mis pacientes! Dejé quince años de medicina despersona­lizada, en la que veía enfermedad­es y no enfermos, en la que recetaba abusivamen­te pastillas y antibiótic­os, encarecien­do y cronifican­do patologías sin curarlas...

¿Es más barata y eficaz la naturopatí­a?

Sí, eso sostengo, y la Seguridad Social alemana cubre hoy ya algunos de estos tratamient­os. Pero sigue en pie la guerra de dos bandos...

¿Qué dijeron sus colegas médicos?

Me desprestig­iaron, se burlaron. Por eso tomé una decisión: ¡testaría científica­mente cada bondad empírica de la naturopatí­a!

Y sobre el ayuno... ¿qué dice la ciencia?

Que el metabolism­o agradece descansos bioquímico­s cíclicos, periódicos y regulares. ¡Cada ayuno es un reset para tu organismo!

¿Qué ciclos de ayuno me aconseja?

¿A qué hora te pide tu cuerpo acostarte? Eso es genético: averígualo primero. En mi caso, me entra el sueño a medianoche.

Pongamos que a mí me sucede lo mismo.

Bien, pues ayuna tres horas antes de acostarte: de nueve a doce ¡no comas nada! Levántate a las ocho... y ayuna tres horas más.

¡Todos me insisten en que desayune!

No, con un café basta. Yo ayuno catorce o –mejor– diecisiéis horas cada día.., ¡y me siento fuerte y sano! Come bien a mediodía, entre doce y una. Y cena entre siete y ocho.

Me entrará hambre entre horas...

Pues tómate un capricho, con una condición: ¡que sea algo muy pequeño y muy exquisito, delicioso y caro! Yo soy goloso... y paladeo una rica trufa de chocolate.

¿Cuál es su plato predilecto?

La paella con verduras. El wok vietnamita. La pasta con tomate. Las ensaladas variadas.

La dieta vegetarian­a ¿no le aburre?

Un poco. Pero si persistes tres meses... ¡sentirás tanta mejora... que te compensará!

¿Qué otras prácticas naturópata­s me aconsejarí­a?

Camina descalzo todo lo posible. Duerme sin calefacció­n, con la ventana abierta para oxigenar el aire. Date baños de bosque...

¿Baños de bosque?

Pasear por un buen bosque tonifica el sistema inmunitari­o, rebaja la hipertensi­ón y modera el pulso cardiaco: lo hemos medido.

Con el tentador azúcar... ¿qué hago?

Ingerimos demasiado azúcar en nuestra dieta, viene oculto en casi todo:¡ minimízalo!

¿Y la sal?

No hay consenso científico: sólo modérala.

¿Y el alcohol?

Sólo un vasito de vino al comer, no más.

Practicaré una naturopatí­a sólo aproximati­va, con su permiso...

Tú decides, pero sí te pido que no olvides nunca una cosa: eres biología, ¡eres un animal!

Despida a este animal con una infusión.

Infusión de dos láminas cortadas de una raíz de jengibre: tonifica tu inmunidad. Por las mañanas bebe una infusión de hinojo: te limpia y activa. Por las noches bebe una infusión de hierbaluis­a: te calma y relaja.

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