Cambio de estrategia
Emotivo homenaje en París al gendarme muerto en el último ataque yihadista
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, insiste, en términos más claros que nunca, sobre la urgencia de frenar la propaganda yihadista radical que se expande a través de internet.
El último ataque yihadista cerca de Carcasona ha llevado a Francia a replantearse su estrategia antiterrorista porque la amenaza se ha hecho de nuevo muy presente. Durante el emotivo homenaje que se rindió ayer en París a Arnaud Beltrame, el gendarme que ofreció su vida para salvar a la última rehén del supermercado asaltado, el presidente Emmanuel Macron insistió, en términos más claros que nunca, sobre la urgencia de frenar la propaganda radical que se expande a través de internet.
“No sólo combatimos a las organizaciones terroristas, a los ejércitos del Daesh (el Estado Islámico, EI), a los imanes del odio y de la muerte –recordó Macron en el elogio fúnebre dedicado a Beltrame–. Combatimos también ese islamismo subterráneo que avanza en las redes sociales, que acompaña su obra de modo invisible, que actúa clandestinamente sobre los espíritus débiles o inestables, traicionando a los mismos que dice defender, que adoctrina sobre nuestro suelo, por proximidad, y corrompe a diario”. Según el presidente, se trata de “un enemigo insidioso que exige de cada ciudadano un plus de vigilancia y de civismo”.
El tributo nacional a Beltrame y, por extensión, a las otras tres víctimas mortales del ataque del pasado viernes en Trèbes, tuvo lugar en el patio del complejo monumental y museístico de los Inválidos, antiguo hospital militar, donde también está enterrado Napoleón I. El cortejo fúnebre partió del Panteón y recorrió unos cuatro kilómetros, a poca velocidad, atravesando el Sena, de norte a sur. La catedral de Nôtre-Dame hizo sonar sus campanas. El féretro iba a bordo de una furgoneta negra, escoltada por una guardia de honor, primero en moto y luego también a caballo. La gente en la calle aplaudía a su paso y los policías saludaban. Llovía a esa hora en París, unas ráfagas finas, como de agua pulverizada, lo que dio a la escena un atmósfera de mayor duelo y recogimiento.
Ya en los Inválidos, donde habían acudido los expresidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande, además de ex primeros ministros, miembros del actual Gobierno y centenares de parlamentarios, el féretro, envuelto en la bandera tricolor, fue llevado a hombros por 10 gendarmes. Los portadores dieron una vuelta, mientras sonaban los tambores. Fueron los momentos más emocionantes de la larga ceremonia, seguida por los asistentes en silencio y por el público, fuera, en pantallas. El féretro quedó depositado sobre el suelo adoquinado.
Desde una pequeña tribuna cubierta, Macron, con las banderas francesa y europea a su espalda, repasó la vida del gendarme, que fue ascendido, a título póstumo, de teniente coronel a coronel, al tiempo que se le concedía la Legión de Honor, máxima condecoración francesa. El presidente subrayó que Beltrame, con su actuación heroica, había sido “fiel a sí mismo”, a su ejemplar trayectoria militar y sentido del deber mostrado ya en misiones difíciles como la que realizó en Irak. “Aceptar morir para que los inocentes puedan vivir, esa es la esencia de lo que significa ser soldado”, dijo el presidente.
El jefe de Estado quiso enmarcar la conducta de Beltrame en una tradición de defensa de valores franceses. Se remontó a Juana de Arco, citó a personajes de la resistencia como Jean Moulin o el general De Gaulle, mencionó a a los soldados de Verdún, durante la I Guerra Mundial, a los maquis y a los justos (así se llama a los ciudadanos no judíos que, arriesgando su vida, protegieron y salvaron a compatriotas de religión hebrea durante la ocupación nazi).
Macron aprovechó la ocasión para referirse al reciente asesinato en París de la anciana judía Mireille Knoll, que fue apuñalada en su domicilio, donde luego se declaró un incendio –provocado– que dejó calcinado el cadáver. El presidente trazó un paralelismo entre este crimen –en el que la Fiscalía sospecha un móvil antisemita– y la acción terrorista de Trèbes. Para Macron, quienes mataron a la anciana judía, de 85 años y enferma de Parkinson, “profanaron nuestros valores sagrados y nuestra memoria”. Ambas acciones, la de Trèbes y la de París, son parte del “oscurantismo bárbaro”.
La jornada de ayer, que quiso ser de cohesión nacional frente al terrorismo de matriz islámica, tampoco estuvo exenta de polémica política. La derecha intenta sacar rédito cada día de la situación y acusa a Macron de haber sido demasiado blando con los radicales y en exceso triunfalista durante la
tregua de atentados. En el centro del debate continúa estando la política hacia quienes están fichados por sus ideas extremistas, unas 20.000 personas. Algunos, como Marine Le Pen, del Frente Nacional, y Laurent Wauquiez, de Los Republicanos, plantean la posibilidad de internamientos colectivos, algo que el Consejo Constitucional descartó, por ilegal. Wauquiez, cuya retórica cada vez se aproxima más a la de Le Pen, propuso que se cree un delito “sobre incitación al odio a la República”, para que la justicia tenga así mejores armas para castigar el radicalismo antes de que pase a la acción.
ADOCTRINAMIENTO INVISIBLE “Luchamos contra ese islamismo que actúa sobre los espíritus débiles e inestables”
SOLEMNIDAD Y COHESIÓN
A la ceremonia en los Inválidos acuden los expresidentes Hollande y Sarkozy
VALORES ETERNOS Macron evoca a Juana de Arco y a los héroes de la resistencia contra los nazis