Trump agita el fantasma de la derogación de la segunda enmienda
No va por ahí el debate, pero la fuerza del movimiento estudiantil a favor del control de armas surgido tras la masacre de Parkland (Florida) está poniendo nerviosos a algunos políticos. El lobby pro armas se está entregando a fondo para presentar a los jóvenes como unos radicales, y el presidente estadounidense, Donald Trump, se ha sumado a la campaña, clamando que impedirá la derogación de la segunda enmienda de la Constitución estadounidense.
Acabar con el derecho constitucional de los ciudadanos a portar armas no forma parte de la conversación nacional sobre la falta de controles a la hora de comprar armas, la edad mínima para adquirirlas, las anómalas cifras de violencia o el sesgo racista de las muertes accidentales de ciudadanos negros a manos de la policía. La “Marcha por nuestras vidas” celebrada el sábado en Washington, que movilizó a más de un millón de personas en todo el país, abogó por “medidas de sentido común” para acabar con la epidemia de muertes por armas de fuego que padece el país, pero la Asociación Nacional del Rifle la presentó como un plan para “romper la Constitución”, mientras que varios políticos republicanos y analistas conservadores ridiculizaban a los chavales. Horas después comenzaba a circular por las redes sociales un montaje fotográfico en el que podía verse a la activista Emma González supuestamente rompiendo la Constitución de Estados Unidos, cuando en realidad en la foto original lo que rasgaba era un póster de un objetivo humano de una sala de entrenamiento de tiro.
“La segunda enmienda nunca será derogada”, tuiteó ayer Trump, después de dos días extrañamente tranquilo en la red social. “Por mucho que los demócratas quieran que esto ocurra y a pesar de las palabras de ayer del antiguo juez del Tribunal Supremo, no va a ocurrir en absoluto”, añadió, pidiendo el voto para los republicanos en las elecciones legislativas de noviembre. El presidente se refería a la tribuna de prensa publicada anteayer por John Paul Stevens, que recomendaba no andarse con medias tintas y reclamar la derogación de la segunda enmienda.
“Pocas veces en mi vida he visto un compromiso cívico como el que los escolares demostraron el pasado sábado”, escribe Stevens, que ve “una clara señal a los legisladores” de que deben prohibir la tenencia de armas semiautomáticas, elevar de 18 a 21 años la edad mínima para comprar una pistola y reforzar los controles de antecedentes. Más allá de estas medidas, prosigue Stevens, cuya posición en este debate es largamente conocida, los estudiantes “deberían apostar por una reforma más efectiva y duradera, reclamar la derogación de la segunda enmienda”. Las circunstancias que llevaron a su redacción en 1791 (tener la capacidad de defender al Estado) han quedado superadas hace tiempo, argumenta.
La derogación de la segunda enmienda no es nada que actualmente propongan los demócratas ni sobre lo que haya en absoluto un acuerdo social. Cualquier reforma necesitará del apoyo de los dos grandes partidos estadounidenses, de ahí el empeño de los líderes del movimiento en plantear la batalla como una lucha transversal, más allá de las líneas partidistas. A no todo el mundo le interesa ese consenso.
La activista Emma González ha sido víctima de un fotomontaje en el que rompe la Constitución