Una obsesión sin límites por el control
Los aparatos digitales pensados para estar más tranquilos acaban creando ansiedad al no ser siempre eficaces
El culto al rendimiento ha calado en la sociedad moderna. Empapa todos los niveles, también el de la educación de los hijos. Y en esta tarea, afirma en una de sus publicaciones la psicoanalista francesa Liliane Holstein, están cambiando muchas cosas.
“Hace sólo unas décadas las principales preocupaciones de los progenitores eran alimentar a sus hijos, preocuparse de que tuviesen estudios y ofrecerles un hogar seguro en el que criarse”, escribe Holstein. Ahora los códigos sociales han cambiado. Muchos padres parecen haber entrado en una espiral de competencia con el resto de progenitores para que sus hijos sean los mejores y para conseguirlo se interpreta que hay que aplicar medidas de sobreprotección. Unas prioridades que no han pasado desapercibidas en la industria de productos pensados para la crianza de hijos.
Entre las ofertas destacan todo tipo de dispositivos para hacer, a priori, más fácil esa tarea. Desde aparatos que aseguran interpretar el llanto de los niños hasta artilugios que permiten monitorizar a los hijos. Son productos ofrecidos a esos “hiperpadres obsesionados en la búsqueda permanente del riesgo cero “, afirma el psicoanalista José R. Ubieto. El ejemplo extremo de esta realidad es el capítulo Arkangel de la serie Black Mirror.
El problema surge cuando se demuestra que esos aparatos y dispositivos no son tan efectivos como se esperaba. A veces saltan las alarmas sin que haya pasado nada, en otras ocasiones la información que facilitan es errónea. Lo que provoca entre esos tecnoprogenitores que lo confían todo a las nuevas tecnologías “situaciones inversas a las esperadas cuando adquirieron esos dispositivos con el ánimo de aumentar el control sobre sus hijos”, añade Ubieto.
“Los falsos positivos se repiten mucho –añade este psicoanalista– y los padres viven angustiados durante el día y no logran dormir por la noche, produciéndose el efecto exactamente contrario al esperado: las nuevas tecnologías aumentan la inquietud en vez de aliviarla”. Ese hipercontrol al que se refiere Ubieto sólo busca secuenciar la vida del menor “y se olvida de que la infancia es siempre un tiempo para comprender, para explorar y fracasar antes de someterse a las exigencias adultas. Y que cada niño o niña necesitan su tiempo propio para superar esa etapa”.
El último ejemplo de la pericia de ese mercado que busca beneficiarse del nuevo perfil de madre y padre lo ha protagonizado una empresa de comida para bebés. Se trata de un
Retirado el vídeo de una cuchara para bebés que les distrae con hologramas por las críticas recibidas
vídeo en el que aparece una pareja dando de comer a su hijo con una cuchara llamada Nutrispoon. Un artilugio con pequeñas pantallas que puede conectarse a un móvil de nueva generación y proyecta hologramas mientras el bebé come. Es lo mismo de hacer el avión con la cuchara, pero en versión moderna.
La compañía se ha visto obligada a retirar el vídeo en internet por las numerosas críticas de pediatras y padres. Los primeros sostienen que exponer a criaturas de tan corta edad a las pantallas puede ser perjudicial y recuerdan que la Organización Mundial de la Salud aconseja no entretener a los niños mientras comen para que no pierdan interés por la comida. Se ha impulsado hasta una campaña en Change.org para que esa empresa rectifique. Y se ha conseguido. La compañía ha retirado el anuncio tras informar de que esa cuchara no está en venta. Era sólo un prototipo y sus creadores lamentan que no se haya entendido el mensaje que ellos querían transmitir