Las ideas y la música
JOSÉ ANTONIO ABREU (1939-2018) Músico y economista venezolano
Pocas veces se da una coincidencia tan eficaz como se ha manifestado en la vida de José Antonio Abreu, economista y músico a la vez, y que sumó a ello una alta sensibilidad social. Su vida y obra y su reciente fallecimiento en Caracas a los 79 años son un ejemplo para la reflexión, por ejemplo, sobre la educación musical y su papel en la sociedad. Una de sus ideas clave fue comprender la significación de una orquesta sinfónica como reflejo de una sociedad, como entramado armónico en el que cada participante establece un juego en que la interacción individuogrupo es fundamental.
Su preocupación fue siempre la educación y los jóvenes, y llevada al terreno de la música creó en 1975 la Orquesta Juvenil de Venezuela a la vez que concebía El Sistema, una organización que –muy apoyada por el Estado– ha logrado que miles de niños accediesen a una educación en la práctica musical. En objetivos expresados por Abreu, se facilitaba así “el acceso a una carrera profesional de reconocimiento social”, estimulando “una cultura del mérito”. Él conocía bien lo que significa –si no en términos meramente económicos– el estatus social del músico académico. Ser alguien en la sociedad. Y propiciaba en definitiva un trabajo de formación personal que hiciese posible, a través del esfuerzo, la constancia y la disciplina, recuperar la dignidad. ¿Cómo? Creando orquestas preescolares, infantiles y juveniles, facilitando instrumentos y profesores, todo al alcance de tantos niños y niñas sin posibilidades económicas y en general en la pobreza.
Desde su experiencia personal, su formación en la economía y su paso por muchos ámbitos de decisión política en Venezuela, comprometió su vida en mostrar cómo a través de la música se profundiza en la identidad, cultural y personal, se lucha contra la inapelable pobreza que domina muchas zonas de nuestra sociedad e incluso se sale de ella.
Y así, logró asombrar al mundo más avanzado musicalmente exportando instrumentistas que hoy forman parte de grandes orquestas europeas, e incluso directores muy reconocidos. La historia cuenta que todo comenzó cuando un grupo de músicos, amparados en un decreto oficial de 1964 que hacía obligatoria la práctica en grupo para los alumnos de las escuelas de música estatales, emprendieron esta experiencia orientados por Abreu, entonces director de orquesta. Y llegaron a aquella Orquesta Juvenil músicos jóvenes de todo el país. Y fue una década más tarde cuando el pequeño Gustavo Dudamel, de 4 años, comenzó a estudiar el violín en una de las escuelas de El Sistema. El resto ya lo conocemos. Su ascenso a los primeros lugares, como muchos de sus compañeros de entonces. Y la transformación de aquella orquesta juvenil en la Simón Bolivar que nos visita a menudo. El mundo ha valorado con ingentes premios y reconocimientos la obra de Abreu en Venezuela, que sigue existiendo en el día a día de aquella compleja sociedad. Escuchar alguna de aquellas experiencias era hace unos años sobrecogedor, y supongo que sigue siéndolo para el visitante. Así aquellos niños y jóvenes cautivaron a Simon Rattle o a Claudio Abbado, grandes defensores de la experiencia. Y Abreu lo propició haciendo que niños de orígenes muy humildes y degradados recuperasen dignidad y derechos humanos.
Que descanse en paz, por mucho tiempo su labor habrá de sonar donde haya música.