Nicolas Sarkozy
El expresidente francés, según la acusación, quiso sobornar a un alto magistrado
EXPRESIDENTE DE FRANCIA
El expresidente francés Nicolas Sarkozy será juzgado próximamente por corrupción y tráfico de influencias al intentar sobornar en el 2014 a un alto magistrado para obtener información confidencial del caso de Liliane Bettencourt.
Salvo que un recurso de sus abogados lo impida, Nicolas Sarkozy deberá ir a juicio bajo la acusación de corrupción y de tráfico de influencias. La decisión tomada por los tres jueces de instrucción del caso conocido como “el de las escuchas (telefónicas)” se añade a otras cuitas judiciales muy graves que afronta el expresidente francés, entre ellas la imputación ya formal por haber recibido supuestamente cinco millones de euros del dictador libio Muamar el Gadafi para la campaña electoral del 2007 que lo llevó al Elíseo.
El affaire de las escuchas es muy complejo. La investigación se inició, por una casualidad, en el 2014. Los magistrados que indagaban sobre la conexión libia se dieron cuenta de que el exjefe de Estado y su abogado se comunicaban con teléfonos móviles adquiridos bajo identidad falsa. El de Sarkozy estaba a nombre de un tal Paul Bismuth. Fue así como se descubrió que el expresidente intentaba, a través de su abogado, obtener informaciones confidenciales de un juez a cambio de prometerle un cargo en Mónaco. Se trataba de Gilbert Azibert, entonces magistrado del Tribunal de Casación, la más alta instancia judicial del país. Sarkozy quería datos sobre otro caso en el que estaba involucrado, el de Liliane Bettencourt, la heredera del grupo L’Oréal, la mujer más rica de Francia. Al exjefe del Estado se le acusaba entonces de haberse aprovechado de la fragilidad mental de la anciana señora para obtener donativos electorales. Al final, las acusaciones contra Sarkozy no se concretaron.
Cuando el escándalo de las escuchas estalló, Sarkozy reaccionó indignado. Dijo ser víctima de un encarnizamiento judicial y comparó los métodos de los investigadores con los de la Stasi, la policía secreta de la Alemania comunista. Él mismo decidió presentarse a declarar.
En el auto del jueves no sólo aparece Sarkozy sino también su abogado de confianza, Thierry Herzog, y el exmagistrado Azibert, el objetivo del pretendido soborno.
Los letrados que defienden a Sarkozy esta vez, Jacqueline Laffont y Pierre Haik, emitieron un duro comunicado, tras saber que se quiere enviar a juicio a su cliente. Según ellos, se trata de una clara “incongruencia judicial” dado que se han producido dos hechos simultáneos. Por un lado, el envío a juicio, y por otro, una citación, para el 25 de junio, para examinar la posible nulidad del mismo procedimiento, algo absurdo.
La situación, no obstante, resulta delicada y embarazosa para Sarkozy. Se acumulan demasiados casos y, pese a sus esfuerzos por denunciar una persecución contra su persona, es difícil que su imagen pública no quede dañada por tantas imputaciones. Si fuera condenado en el juicio por corrupción y tráfico de influencias, la pena podría ser de hasta cinco años de prisión y 500.000 euros de multa.
Todas las acusaciones que se hacen a Sarkozy son muy serias, pero seguramente la peor de todas es la de la financiación libia. Si eso pudiera probarse, significaría que el entonces candidato al Elíseo se colocaba en posición de ser chantajeado por un dictador, por alguien que durante años practicó el terrorismo, también contra ciudadanos franceses. De hecho, meses después de acceder al poder, Sarkozy recibió en París, con toda la pompa, a Gadafi, a quien permitió la excentricidad de montar su jaima (tienda beduina) en pleno centro de la capital.
Después de que Sarkozy declarara durante dos días, bajo arresto, sobre el caso libio, el exjefe de Estado lanzó un enérgico contraataque.
El exjefe de Estado, al que también se imputa haber recibido dinero de Gadafi, se ve víctima de un complot
Fue entrevistado en directo durante el telediario de la primera cadena de televisión. Se defendió bien, con convicción y furia. Lanzó frases de desprecio a quienes le acusan, desde los familiares de Gadafi hasta un turbio personaje francolibanés, Ziad Takiedinne, que habría llevado a París el dinero en efectivo. Unos días después, Sarzoky volvió a la carga con otra entrevista en Le Journal du Dimanche. Según él, Takiedinne actúa por venganza. “Él forma parte de los que rapiñaron Libia –sostuvo el expresidente–. Al formar la coalición internacional contra Gadafi, les privé de su gallina de los huevos de oro”. Sarkozy, en fin, dijo sentirse víctima de “una justicia enloquecida” y de “una odiosa maquinación” que le ofende personalmente, ofende el cargo que ejerció y a la misma Francia.