La Vanguardia

Facebook

- Albert Montagut

La noticia de que Elon Musk cerraba las páginas de Tesla y SpaceX en Facebook y el inicio de la campaña #deleteFace­book marcarán sin duda la historia de esta red social que nació el 4 de febrero del 2004 bajo la tutela de Mark Zuckerberg y sus compañeros de Harvard Eduardo Saverin, Andrew McCollum, Dustin Moskovitz y Chris Hugues.

Llevábamos mucho tiempo con el mismo debate: ¿están Facebook y las otras las redes sociales fuera de control? La respuesta es sencilla: sí.

Parte de la discusión se centraba hasta ahora en el mal uso que algunos usuarios habían dado a la red, pero la verdad es que el debate serio se le escapa a la mayor parte de los ciudadanos. El debate verdadero nos adentra en las entrañas de los poderes que malévolame­nte quieren controlar nuestras vidas.

La actriz Téa Leoni, Madam secretary, decidió hace unos días sumarse a la campaña #deleteFace­book con un escueto mensaje en Twitter: “Esta semana, me voy de Facebook. Es la difusión de informació­n errónea durante y después de las elecciones del 2016, y el intercambi­o no autorizado de informació­n personal, simplement­e no puedo seguir aquí en estas circunstan­cias. Espero que Facebook encuentre un camino mejor. Por ahora, estaré en Twitter”.

La revelación de la injerencia rusa, las maniobras ilícitas de Cambridge Analytica en favor de Donald Trump con datos de 50 millones de usuarios de Facebook y la falta de respuestas de Zuckerberg son del todo preocupant­es.

A los usuarios de las redes, no sólo de Facebook, empieza a temblarles el pulso cada vez que entran en una red si piensan que todo aquello que hacen, escriben, pinchan, indagan, visionan, compran o venden no sólo queda almacenado, sino que, además, puede ser utilizado por terceros con fines oscuros e incluso ilegales.

A las fake news y a la intromisió­n política en el terreno ignoto del big data se suman claramente las balbuceant­es respuestas de Zuckerberg a la CNN, el genio al que se le ha desbocado su caballo. Hace demasiado tiempo que se le piden soluciones, y cada vez el escenario es peor.

La campaña #deleteFace­book tiene como positivo que todo parece saltar al principio de esta historia. No han pasado ni 15 años de la existencia de Facebook y ya nos hemos dado cuenta de sus peligros. Es importante parar y empezar. Si no desde cero, sí desde una base que garantice una mínima legalidad en el desarrollo de estas herramient­as tan poderosas. Y no sólo de Facebook, sino de todas ellas.

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