Del alirón en la Liga a la remontada europea
Encomendarse a la magia del Palau se está convirtiendo en un recurso recurrente para el Barça para solventar momentos delicados: por sexto año en los últimos siete, el conjunto de Xavi Pascual afronta contra las cuerdas alguna de las eliminatorias de octavos o cuartos que dan acceso a la Final Four de Colonia. En esta ocasión son 3 goles (del 28-25 de la ida) los que debe levantar el Barça Lassa ante el Montpellier este sábado (18.30h) después de complicarse la vida en el René Bougnol. ¿Factible? Sobran razones para pensar que los de Pasqui estarán en cuartos con el Flensburg.
“Ante el Montpellier tendremos que hacer un gran partido en un gran Palau para remontar la eliminatoria”, comenta Raúl Entrerreríos. “Será una batalla durísima”, vaticina Víctor Tomàs. Todos apelan a la magia del Palau, esa energía contagiosa que va de la grada al equipo, que multiplica el rendimiento de los jugadores e intimida a rivales y árbitros. Una magia que ya tuvo que aparecer el año pasado para remontar 2 goles al Kiel, o hace cuatro para levantar 7 al Rhein Neckar en una tarde milagrosa, única.
Sin embargo, no fue suficiente ni magia ni gesta hace dos años para recuperar 5 goles al Kiel, ni hace seis cursos para levantar 6 al Copenhagen, las dos única veces en ocho ediciones en las que el Barça se quedó sin ir a Colonia.
Frente al Montpellier, a priori, la remontada se intuye posible. Porque, a pesar de la irregularidad en la Champions y la dificultad para ga- nar en casa (de 1 gol al Wisla Plock, Vardar, Pick Szeged) son sólo 3 goles de desventaja (4 a partir de que los franceses anoten 26). Porque el Barça ya demostró en la ida que podía pasar por encima del líder de la Liga francesa (llegó a ganarle de 4). Porque los blaugrana, por equipo e individualidades, son superiores en calidad al Montpellier. Porque ya les levantaron dos eliminatorias de octavos (en el 2006, un 28-25 con un +6; y en el 2012, un 30-28 con un +16). Porque el Barça llega armado de moral tras asegurar su 8.ª Liga Asobal consecutiva. Y porque contará con el empuje de un Palau lleno, el de las tardes épicas.