Malas noticias
El cierre en negativo de las bolsas en el primer trimestre del año; y la anulación de la Barcelona World Race.
BARCELONA renuncia a organizar la cuarta edición de la World Race, la vuelta al mundo de barcos de vela, debido a la falta de patrocinadores, temerosos –según los organizadores de la prueba– por la inestabilidad política, el retraso en los presupuestos, los cambios de criterio respecto del patrocinio y la indefinición institucional. La capital catalana pierde así un as extraordinario para darse a conocer al mundo como un puerto mediterráneo de gran importancia no sólo comercial y, al mismo tiempo, de impulsar la investigación y el conocimiento científico y la afición relacionada con el mundo de la vela.
Según la nota de la Fundación Navegación Oceánica de Barcelona (FNOB), formada por el Ayuntamiento, la Cambra de Comerç, la Fira y el Port, “los patrocinadores potenciales han manifestado su desconfianza al no poder estar seguros de contar con el apoyo institucional que necesariamente debe garantizar un evento deportivo de estas dimensiones, que requiere una fuerte inversión en patrocinio privado, y que es, en definitiva, la única fuente de financiación de la regata”, por lo que el Gobierno municipal ha renunciado a asumir las deudas o pérdidas que pudiera devengar su celebración.
La suspensión de la Barcelona World Race (BWR) que debía partir en enero del 2019, con llegada a Sydney y vuelta a Barcelona para veleros con dos tripulantes, es una mala noticia. Las grandes ciudades se definen y dan a conocer mundialmente por su capacidad de organizar acontecimientos de todo tipo de interés internacional. El mundo de la vela ha estado siempre muy ligado a Barcelona por su condición de puerto mediterráneo, pero hasta el año 2007 no logró organizar una regata de interés mundial, alcanzando un hito precisamente en la edición del 2019, cuando estaba previsto que contara para la fase clasificatoria de la Vendée Globe, entrando de esta manera a formar parte de las grandes regatas oceánicas.
Renunciar a lo conseguido con esfuerzo los últimos once años es una vuelta atrás de la que costará resarcirse si, como pretende la FNOB, se quiere volver a organizar esta importante regata oceánica en el 2022. El daño que está causando la falta de confianza general que provoca la crisis política e institucional en Catalunya y el retraso en los presupuestos del Estado, así como la indefinición de los responsables municipales ante acontecimientos de esta naturaleza, sea por prejuicio político, por ingenuidad ideológica o por ambas, es una factura muy gravosa de cara al futuro, porque significa bajar varios peldaños en un mundo en el que la competencia entre ciudades es muy dura.