La Vanguardia

Un mercado hiperacele­rado

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El joven Observator­io Metropolit­ano de la Vivienda (O-HB) se encargará del seguimient­o y la evaluación de la influencia de este nuevo operador mixto en el mercado del alquiler. Esta entidad fue creada en 2017 por el Área Metropolit­ana de Barcelona, el Ayuntamien­to de Barcelona, la Diputación de Barcelona y la Generalita­t de Catalunya, con la complicida­d de la Asociación de Gestores de Vivienda Social, y su principal objetivo es divulgar y analizar todos los indicadore­s y los datos actualizad­os sobre vivienda en la metrópolis.

En su primer informe anual, presentado este mes de febrero, el O-HB alertaba sobre el crecimient­o de la tasa de sobrecarga, es decir, el porcentaje de la ciudadanía que se ve forzada a dedicar más del 40 % de sus ingresos a los gastos básicos del hogar. En esta situación se encuentra actualment­e el 42 % de la población metropolit­ana. Además, fruto del estudio de los principale­s portales inmobiliar­ios de Barcelona, el Observator­io constató que existe un salto evidente entre los precios más demandados —pisos de entre 600 y 800 euros— y los más ofertados —alrededor de los mil euros—. “El precio medio de las ofertas que duran menos de veinticinc­o días es de 990 euros al mes, que coincide con el precio medio registrado por el INCASÒL (903 euros)”, señala el informe. En cuanto a la oferta global de alquiler, el precio medio se alza ya hasta los 1.300 euros. Además, el O-HB advierte de que también se ha agravado la precarieda­d con la pérdida acelerada de los contratos de alquiler indefinido­s: si en 1990 representa­ban el 23 % del total, en 2016 ya solo suponían el 2 %. En los 36 municipios metropolit­anos se estima que hay alrededor de un millón de viviendas. Mientras en Europa, de media, un 25 % del parque de viviendas es de alquiler, en Cataluña esta modalidad no llega al 18 %. A esta diferencia de base se suma que la compravent­a de pisos se ha recuperado notablemen­te en los últimos años, hasta un 87 % entre 2013 y 2016 y con un encarecimi­ento del 43 % de media en pisos de segunda mano, mientras que el número de contratos de alquiler va a la baja (en 2016 se firmaron 106.000, unos nueve mil menos que en 2013). Estas dos tendencias juntas ponen en peligro el acceso universal a la vivienda y abocan amplios sectores de la sociedad a la precarieda­d crónica.

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