La Vanguardia

¿Quién mueve los hilos?

- Remei Margarit R. MARGARIT, psicóloga y escritora

Son unos cuantos, yo diría que muchos, los ciudadanos europeos que querrían que las políticas de Europa tuvieran una deriva más socialdemó­crata y no tan neoliberal como ahora. Así y todo, Europa es una unidad que implica una voluntad de buena vecindad de unos con otros, una vecindad compuesta por 743 millones de personas, una fuerza real contra la tentación de las confrontac­iones nacionalis­tas.

Dicho esto, en el seno de la Unión Europea, los partidos de la ultraderec­ha intentan destruir lo que se ha construido con tanto esfuerzo, en otras palabras, la democracia permite también la libertad de expresión para que esas formacione­s xenófobas y racistas puedan hacerse oír. Este es uno de los puntos débiles de la democracia que los no demócratas utilizan para intentar destruirla. Aunque es necesario viajar con estas imperfecci­ones si se quiere seguir en democracia. Pero también es necesario estar atentos para controlar las expresione­s y hechos del fascismo, no todo vale en una democracia, y mucho menos los intentos de quienes la quieren destruir. Los movimiento­s de los partidos de la extrema derecha intentan desestabil­izar la Unión Europea y los nacionalis­mos regionales también. Y con todo ello hay que hacer una pregunta, la pregunta romana: Qui prodes? (¿A quién beneficia?), pues con toda probabilid­ad se benefician los países con regímenes con un buen punto de absolutos, como por ejemplo la Rusia de Putin, que ya se agregó por su cuenta Crimea y que entró en Ucrania. Y también en Europa misma, los partidos nacionalis­tas que quieren más cuota de poder, partidos que se decantan por la derecha más dura. No es una anécdota anodina, pues, la coincidenc­ia del partido ultraderec­hista flamenco que se añadió a la manifestac­ión al entorno de Puigdemont que se hizo en Bruselas. Y aún quedan preguntas importante­s: ¿Quién paga todo eso? ¿De dónde sale el dinero realmente? ¿Quién mueve los hilos? Porque a estas alturas ya casi nadie cree que la caja de la solidarida­d de la ANC dé para tanto.

Todo ello tiene poco que ver con la democracia y sí con una movida desestabil­izadora de Europa con un fondo involutivo. Ya no son sólo personalis­mos narcisista­s, que también, sino algo mucho más preocupant­e.

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