Más bondad y menos perversidad
Creo que básicamente nos movemos en dos universos. Por un lado lo básico y principal: la esfera personal, relacional y afectiva, el ámbito familiar, laboral..., vamos, un microcosmos privado y cotidiano de la supervivencia material, sensorial y sentimental.
Luego está el universo metafísico, el pensamiento, el mundo de las ideas, la política, la ideología, la religión, que también nos guían socialmente y no debieran permitirnos la intolerancia con los que piensan diferente, sino que en él el respeto y la empatía deberían ser los pilares de la paz social, las patrias y las banderas no deben ser símbolos de confrontación, y ante un conflicto tendríamos que considerar primero que podemos estar equivocados y que el interlocutor está a nuestro nivel.
La militancia en unas ideas determinadas pone a prueba nuestras capacidades humanas, olvidando a menudo situarnos en la piel del otro y poniendo en peligro los afectos y nuestra vida relacional. Hay que procurar, pues, que la metafísica no nos erosione, porque al fin y al cabo uno piensa a partir de sus vivencias y convicciones. Las ideas también pueden cambiar; por tanto, no valen la pena las desafecciones y los enfrentamientos, sobre todo con los más cercanos.
La sintonía de esos dos universos nos da equilibrio y serenidad para crecer como personas. En resumen, más bondad y menos perversidad. FRANCISCO JESÚS SORIANO CAMACHO Suscriptor
Barcelona