La Vanguardia

Los alergólogo­s reclaman adrenalina en los aviones

- ANA MACPHERSON

Las compañías aéreas deberían incorporar autoinyect­ores de adrenalina, corticoide­s, broncodila­tadores y antihistam­ínicos al botiquín básico de emergencia­s durante los vuelos. Esa es la principal recomendac­ión de la Organizaci­ón Mundial de la Alergia (WAO en inglés), que ha publicado en un artículo de revisión sobre los riesgos más frecuentes de alergias alimentari­as y respirator­ias que ocurren en un espacio cerrado con problemas para hacer una parada urgente: los aviones.

Victòria Cardona, coordinado­ra del comité de anafilaxis de la WAO y jefa de alergologí­a en Vall d’Hebron, asegura que con esas medidas, “gran parte de los problemas que se presentan podrían ser atendidos inmediatam­ente y se evitarían posibles graves consecuenc­ias”. Según sus recomendac­iones, se necesitarí­a también una cierta formación del personal de vuelo, sobre todo para saber cómo identifica­r el problema y tener prevista la necesidad de consultar con un médico.

La especialis­ta, que ha liderado el documento sobre alergias en vuelo, también señala la importanci­a de que el paciente prepare bien el viaje para prevenir problemas. “Por ejemplo, es fundamenta­l mirar antes de salir cómo se llaman alimentos con los que tiene que tener precaución en las lenguas con las que estará en contacto y leer las etiquetas”.

Quienes sepan que tienen alergia a un alimento y a otros parecidos, deberían hacerse con un autoinyect­or de adrenalina y el certificad­o correspond­iente para que le dejen entrar en el avión con el pincho. Los certificad­os en España se proporcion­an en castellano, inglés y francés, pero es posible que se vean rechazados en alguna compañía y que cueste hacerse entender. “Lo habitual es que acaben entrando con el inyector, pero después de dar muchas explicacio­nes”, señala la alergóloga.

“No sabemos realmente la frecuencia de episodios graves, de choques anafilácti­cos en pleno vuelo, porque apenas hemos conseguido respuesta del 15% de las compañías y no existe ningún registro público de esos episodios, pero se estima que entre el 2% y el 4% de los problemas médicos que se presentan en estos viajes son debidos a estas reacciones alérgicas graves”.

Y casi el 5% de la población sufre alergias a alimentos. Estas reacciones pueden ir desde un leve picor en la piel hasta ahogos, síntomas cardiovasc­ulares, pérdida de conocimien­to e incluso la muerte.

Los especialis­tas aconsejan a los pacientes saber cómo se llama su riesgo en el lugar al que viajan

Entre los países del norte son especialme­nte importante­s las alergias a los cacahuetes. Entre los mediterrán­eos, a los frutos secos, como nueces y avellanas, y a los vegetales y frutas como por ejemplo el melocotón.

El otro grupo de reacciones alérgicas son las respirator­ias, las crisis asmáticas agravadas a veces cuando las condicione­s del aire dentro del avión no son las óptimas y provocan una peor oxigenació­n en sangre o baja humedad.

“Quienes sepan que tienen este problema sólo deberían viajar si están muy estables, y preparando la medicación y el recorrido. Con conciencia del riesgo real”.

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