La Vanguardia

Luto en la Camarga

LUC JALABERT (1951-2018) Rejoneador, ganadero, apoderado y empresario

- PACO MARCH

Ala misma hora en que el sol despuntaba en el paisaje de marismas, flamencos, caballos y toros de la Camarga, Luc Jalabert emprendía su último galope, rendido a la enfermedad contra la que ha estado luchando en los últimos meses. Nacido en Arles, Luc Jalabert, heredero de una tradición familiar y desde sus múltiples facetas, primero como torero a caballo, después ganadero, apoderado y empresario, es, sin duda, una de los nombres esenciales para explicar el toreo en Francia.

Su pasión por los caballos y los toros hicieron de él un rejoneador de renombre, desde sus inicios en el coso francés de Méjanes en 1975. Cinco años más tarde tomó la alternativ­a en la plaza lisboeta de Campo Pequeño y esa misma temporada se presentó en Madrid. En su trayectori­a como torero a caballo, Jalabert actuó en las principale­s plazas tanto de Francia como de España, Portugal y Sudamérica, hasta su despedida en 1992 en Las Ventas en el festejo homenaje a Rafael Peralta. En el 2015 volvería a hacer el paseíllo (pero sin torear) en Campo Pequeño, acompañand­o a su hijo, el matador de toros y máxima figura del toreo en Francia, Juan Bautista.

En Catalunya, en los ochenta, el nombre de Luc Jalabert fue muy habitual tanto en los carteles de la Monumental como, sobre todo, en las plazas de la Costa Brava. Girona, Figueres, Lloret de Mar o Sanl Feliu de Guíxols daban corridas de toros los fines de semana del verano y en ellas, tanto de rejones como alternando con los toreros a pie, Jalabert era uno de los imprescind­ibles.

Una vez abandonado­s los ruedos, se puso, junto a su hermano Marc, al frente de la ganadería que lleva su nombre; apoderó a toreros (como los rejoneador­es de la estirpe Cartagena y los diestros Antonio Ferrera o Joselito Adame, entre otros) y estuvo al frente de la gestión de las plazas de Méjanes, Saintes Maries de la Mer y, durante dieciocho años, Arles. Esta última, ahora en manos de sus hijos Juan Bautista y Lola, es su gran legado como empresario. El imponente anfiteatro romano de Arles es, durante las ferias de Pascua y del Arroz, centro de atención del mundo taurino, y su corrida goyesca de septiembre (invención del propio Luc), un acontecimi­ento cultural de primer orden que trasciende lo estrictame­nte taurino, siempre con la implicació­n del Ayuntamien­to de la ciudad, con el alcalde comunista al frente.

Apenas unas horas después del funeral por Luc, los sones de Carmen acompañará­n en paseíllo de las cuadrillas en el Anfiteatro, con su hijo Juan Bautista al frente, junto a El Juli y Roca Rey, en la primera corrida de la Feria de Pascua. Luego llegará el silencio. Y los brindis al cielo.

La última vez que coincidí con Luc Jalabert fue en la Feria de Istres del pasado año, en los mismos días en que la enfermedad ya asomaba. Allí, en el callejón de la plaza de toros, con sus inseparabl­es gafas de sol sobre la cabeza, el cigarrillo siempre (y aún) en los dedos y ese talante discreto y afable tan suyo, me preguntó lo que tantas veces en los últimos tiempos: “¿Tú crees, Paco, que aún es posible que los toros vuelvan a Barcelona?”.

Ojalá, Luc, mon ami, ojalá.

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