Los límites del humor
‘Mala broma’ se pregunta en la sala Muntaner si es posible reírse de todo
Dos amigos se reencuentran tras veinte años. De jóvenes, presentaron juntos un programa radiofónico de humor. Con el tiempo, uno, Ernest, ha triunfado como humorista, pero el otro, Òscar, ha fracasado como periodista, aunque él es que acabó casándose y teniendo una hija con Anna, a la que los dos perseguían. Ambos se envidian mutuamente y en su reencuentro deciden hacer una apuesta sobre un tema que les apasiona: los límites del humor. Para ello, el periodista le va a gastar a su mujer una broma extrema. Pero, ¿se puede hacer broma de todo? Es el punto de partida de Mala broma, una comedia negra de Jordi Casanovas –que ha tomado como referentes La trampa final, de Ira Levin, o La huella, de Anthony Shaffer– y que ahora dirige Marc Angelet en la sala Muntaner protagonizada por Òscar Muñoz, Ernest Villegas y Anna Sahun.
En la obra, Òscar y Anna han invitado a cenar a casa a Ernest, que hace unos días inició su programa humorístico nocturno con un monólogo riéndose de ellos. Ernest tiene éxito, pero ha sufrido un problema cardiaco, come sólo brócoli y no tiene ningún humor: nada de lo que aparece en el programa es suyo. Anna llega tarde a la cena y los dos viejos amigos pasan el tiempo con bromas telefónicas como cuando eran jóvenes, se retan para ver quién se arriesga más en el humor y Òscar acaba pidiendo a Ernest que se esconda cuando llega su mujer. Cuando Anna aparece, Òscar está desencajado. Dice que le tiene que explicar un secreto. La broma se acabará yendo de las manos.