Reconocimientos
Entre tantas presentaciones gastronómicas, congresos, premios u homenajes vinculados a un sector que ha visto un filón en las galas estilo Hollywood, no es de extrañar que los foodies anden algo despistados. E incluso que lo estén los propios organizadores de este tipo de actos. ¿Es un premio una estrella Michelin? ¿Lo es obtener un puesto determinado en un ranking? Se supone que se trata más bien de un reconocimiento, aunque los ascensos suelan llegar como el mejor regalo. En cualquier caso, vendría bien cierta sensibilidad a la hora de decidir cuándo a un cocinero o cocinera le corresponde ser elegido entre varios candidatos a un premio y cuándo se supone que su trayectoria le confiere otro estatus.
Esta semana Budapest ha acogido una gala espectacular para la presentación de la guía Michelin Main Cities of Europe 2018; el volumen recoge los restaurantes estrellados de una selección de 36 ciudades, algunas de países que cuentan con guía propia (en el caso de España y Portugal aparecen Barcelona, Madrid y València) y otras de países que no la tienen y cuyas novedades se anuncian en esta edición.
Uno de los momentos más emotivos, en esta ocasión, fue el anuncio del primer restaurante biestrellado de Budapest, Onyx. Y sin duda uno de los platos fuertes de la presentación, a la que asistieron 120 chefs con estrella, fue la entrega de dos premios: el primero, para el mejor chef joven europeo, elegido entre varios aspirantes seleccionados por la propia guía, lo obtuvo Niall Keating, de Gran Bretaña. El segundo, un nuevo galardón para el mejor chef mentor, fue para el francés Christian Constant. Entre los candidatos, colegas del maestro francés de la talla de Martin Berasategui y Georges Blanc, seguramente más merecedores de un homenaje individual (¿cada año uno?) que de formar parte de un grupo de candidatos.