La voz mulata de Gràcia
Criado en el caldo de los gitanos catalanes del barrio de Gràcia de Barcelona, Moncho ya cantaba boleros con pantalón corto. Tener la piel oscura le sirvió para que, a raíz de una actuación con la orquesta de Ramón Evaristo en la plaza Raspall, lo contrataran con la idea de hacerlo pasar por cubano. Él ya hacía años que escuchaba los discos que le enviaban parientes suyos desde México con temas de Lucho Gatica y Lorenzo González. Ahora vive retirado en Mataró y por un problema en una cuerda vocal casi no puede cantar, pero aún sacó un disco a finales del año pasado. Acaba de recibir el premio Potaje de Utrera, muy apreciado por los gitanos, y se le prepara un concierto de homenaje que se celebrará pasado el verano.
Moncho, nombre con el que se conoce a Ramon Calabuch Batista, nació en 1940. Es el mayor de cuatro hermanos. Su padre era operario de Catalana de Gas, como su abuelo. Fue a la escuela tan sólo dos años y ya era crecidito. Con doce años se puso a trabajar en un almacén de artículos de limpieza: “Repartíamos en carro y caballo los paquetes de productos por las porterías de Barcelona que tenían suelos de mármol”. Entonces Gràcia era como un pueblo pequeño. Le han quedado grabadas las fiestas mayores y sobre todo las noches de verano. “Los vecinos sacaban las mesas a la calle para cenar, uno ofrecía un trozo de tortilla, el otro un trago de vino”. Moncho aprendió el oficio de retocador de artes gráficas en un taller que tenía enfrente de casa pero su ilusión era cantar.
“Sólo me gustaban los boleros y soñaba en un escenario lleno de luces y de gente; al principio cantaba de todo, para los compañeros y la familia, pero cuando me enfrenté con las orquestas me temblaban las piernas, tuve que aprender a no cruzarme con los músicos, a ir a su ritmo”. Los hermanos González, el Pescaílla y l’Onclo Polla, eran primos hermanos de su padre. “Me hacían cantar boleros a ritmo de rumba catalana lenta”. Pasada la mili recibió la bendición de la familia para dedicarse a ser artista.
El cantante empezó con la orquesta Selecció de Granollers y Els Verds de Mataró. Después actuó en Barcelona de Noche, en el Emporium y en el Caripén de Madrid con Lola Flores. También ha llenado el Palau de la Música, el Liceu y el teatro Karl Marx de La Habana. Ha compartido escenario y discos con Serrat, Mayte Martín, Lolita, Diego el Cigala, Dyango, Elíades Ochoa, Ketama, Alejandro Sanz, Miguel Poveda, Tito Duarte... Lo han acompañado Josep Mas Kitflus, Ricard Miralles, Francesc Burrull y Jorge Pardo. Armando Manzanero le compuso Llévatela expresamente, y también ha cantado temas de Albert Pla y Joan Isaac.
Su último disco, Mis queridos boleros, a pesar de ser del 2017, empezó a grabarlo en el 2010. Contratiempos como la muerte de su mujer en el 2011 y sus problemas de salud al cabo de dos años retrasaron el proyecto. La afectación de la voz le causó una fuerte depresión. “Privarme de cantar fue como quitarme media vida, pero ahora intento pensar en positivo y no creo que vuelva a caer”. Abandonar las actuaciones no ha supuesto que dejamúsica. ra la Sentados en una terracerca za del mar de Mataró, Monexplica cho que “he hecho la producción de un disco de Pura Rumba, que es un grupo de aquí.”
Este hombre, eterno, sentimenjuguetón, tal y no ha perdido la papor sión la pesca y con el buen tiemsale po hacia el mar. Cada día por la mañana anda y por la tarde juega al dominó. “Hago la compra y también la comida para mi nieque ta vive conmigo”. Sus brillantes ojos dan fe de una persona accesible y sin ambages. “Odio la mentira, prefiero decir las verdades aunque pierda las amistades”. Aplaude la nobleza y la fidelidad con sus problemas y virtudes. Son los principios de una voz gitana que ha ablandado los corazones de miles de espectadores… Su estilo de canción que permite bailar pegado hizo que un día un señor muy estirado le dijera que por fin le gustaban los boleros porque ya tenía novia.