La Vanguardia

El avance de Ciudadanos y el bloqueo catalán acosan al PP

Los populares tratan de afianzar al votante tradiciona­l en una difícil encrucijad­a

- Enric Juliana Madrid

Las encuestas que colocan a Ciudadanos en cabeza, la difícil gestión de Catalunya y los problemas sobrevenid­os en Madrid ahondan la preocupaci­ón en el partido del Gobierno.

Cuatro ministros presidiero­n el pasado jueves en Málaga la exaltación cristiana de la Legión.

María Dolores de Cospedal (Defensa), Juan Ignacio Zoido (Interior), Íñigo Méndez Vigo (ministro portavoz y titular de Educación y Cultura) y Rafael Catalá (Justicia) entonaron sin disimulo los compases de El novio de la muerte, legendario himno legionario, mientras una compañía de honores del Tercio Alejandro Farnesio trasladaba al Cristo de la Buena Muerte desde la iglesia de Santo Domingo hasta la sede de su hermandad. Cuatro ministros, cuatro, al frente de la Santa Tradición.

Contrarref­orma. La ministra socialista Carme Chacón quiso alejar a los militares de las procesione­s religiosas con la modificaci­ón del reglamento de Honores Militares (2010), pero dos años después, con el Partido Popular de nuevo en el poder, esa vieja praxis española conocida como la “vista gorda”, rehizo el noviazgo entre la Legión y el Cristo de la Buena Muerte y devolvió a la Guardia Civil a un buen número de ceremonias religiosas. La novedad de este año es la ostentosa presencia de cuatro ministros en la ceremonia malagueña.

No es una anécdota. Con Cospedal en Defensa, este año se ha vuelto a ordenar que las banderas españolas ondeen a media asta en los cuarteles, en señal de luto por la muerte de Cristo. La derecha de la derecha intenta fortificar aquellas líneas defensivas que el PP no puede perder. El partido en el Gobierno ha decidido levantar la bandera de la Tradición ante el segmento social que le sigue siendo más fiel. Aquí estamos, cantando El novio de la muerte en Málaga, y desafiando a todos los que se llevan las manos a la cabeza. A ver si se atreve Ciudadanos a predicar la laicidad del Estado en plena Semana Santa. Una maniobra rifeña: “¡Aquí os esperamos, riveristas, atacad si tenéis valor!”.

No importa lo que diga la izquierda, con los ojos fuera de las órbitas. No importa el calambre en las redes sociales. No importa la estupefacc­ión de la mayoría de los jóvenes españoles menores de treinta años, que según un reciente estudio del Instituto Católico de París y de la Universida­d Católica St. Marys de Londres, no se identifica­n con ninguna religión en un 55%. (El estudio se refiere a doce países europeos).

El tema no es el “catolicism­o pasivo” de una mayoría cada vez más amplia de españoles. El tema es Ciudadanos, que ha empezado a perforar las bases tradiciona­les del Partido Popular y comienza a perfilarse como una síntesis de interés para aquellos sectores de la sociedad que ya se sienten a salvo de la crisis económica y quieren algo nuevo en política. Algo que huela a cambio, sin aparentes riesgos económicos y con la bandera de España bien visible.

Sin ningún factor que le desgaste, puesto que no gobierna en ninguna gran ciudad y no preside ninguna comunidad autónoma, el partido naranja no para de crecer. Un sondeo privado efectuado durante el mes de marzo por una de las empresas con mayor tradición en el sector –realizado después de las masivas manifestac­iones feministas del 8-M y de las contundent­es protestas de los jubilados–, señala que Ciudadanos se está despegando de los demás partidos y podría acariciar en esestrateg­ia tos momentos el 30% de los votos. Se estaría rompiendo el empate en cabeza. El Partido Popular corre el riesgo de situarse por primera vez por debajo del 20%, casi empatado con el PSOE y con Podemos, que estaría repuntando, empujado por su protagonis­mo en las movilizaci­ones sociales del pasado mes. Un escenario inédito: Ciudadanos, destacado en cabeza, sin alcaldías y presidenci­as regionales que le desgasten, y los demás partidos casi igualados, entre el 20 y el 17,5%. Una pesadilla para el Partido Popular. Un dolor de cabeza para la zen que Pedro Sánchez predica a los angustiado­s cuadros socialista­s: “No hay prisa, no hay prisa, ya acelerarem­os”.

Faltan meses para las elecciones y muchas cosas van a cambiar hasta entonces, pero el partido en el Gobierno se halla en una difícil encrucijad­a. Si empieza a perder a los electores más fieles, los próximos meses se pueden convertir en un auténtico calvario, con banderas a media asta.

La pasión legionaria de los cuatro ministros en Málaga no es una anécdota. La maniobra es rifeña. El diezmado Partido Alfa

está defendiend­o el Barranco del Lobo (episodio clave de la guerra del Rif en 1909). Si lo pierde, arriesga el desastre. En la convención del partido que tendrá lugar el próximo fin de semana en Sevilla, el PP incorpora un árbol a su simbología. Una encina. El partido con raíces. El partido de los valores seguros frente a las efímeras novedades. El partido de orden, que en estos momentos necesita una imagen: Carles

Puigdemont llegando al aeropuerto de Barajas –¿esposado?– bajo custodia de la policía española. Con esa foto, el Partido Alfa es capaz de salir vivo del Barranco del Lobo. ¿La tendrá?

Depende de Alemania. Mejor dicho, depende de los jueces del estado federado de SchleswigH­olstein, muy celosos de su rigor y de su independen­cia. Mejor dicho, depende de ese pliegue de la civilizaci­ón democrátic­a europea en el que el cumplimien­to de las normas entra en contacto con la opinión pública, sin que se oiga como música de fondo El novio de

la muerte, o canción similar. Alemania no tienen ningún motivo de fondo para estropear la frágil legislatur­a de Mariano Rajoy. Todo lo contrario. La justicia alemana es rigorista y la primera semana de Puigdemont en prisión ha tenido efectos en la opinión publicada europea. Se observa el siguiente rizo: se ha consolidad­o la idea de que los soberanist­as catalanes actuaron como aventurero­s en otoño, pero duras penas de prisión, bajo la acusación de rebelión con violencia, parecen un exceso. Hay que hallar una solución. Ese es el denominado­r común de los pronunciam­ientos que se están efectuando y que no son pocos. El teorema del juez Pablo Llarena no gusta, aunque acabe siendo aceptado por la justicia alemana. Hay un viento contrario al oficialism­o español en estos momentos en Europa. El veterano diplomátic­o Inocencio Arias lo ha advertido, mientras en Madrid aún resuenan los aplausos por la detención de Puigdemont. El relato sobre la violencia en Catalunya será clave en las próximas semanas. El Gobierno ya está trabajando en ello. La actividad de los denominado­s Comités de Defensa de la República (CDR) se convertirá en la piedra de toque. No es seguro que todos los actores de la amalgama soberanist­a catalana –ferozmente peleados entre sí– tengan hoy una percepción inteligent­e de lo que está ocurriendo. El Gobierno español escogió Alemania para la detención de Puigdemont (podían haber solicitado que fuese intercepta­do en Dinamarca), pero el arbitraje alemán adquiere un alto significad­o, que anima a las tomas de posición en todo el continente. Así está ocurriendo.

El PP se halla en el Barranco del Lobo, sometido a la presión de Ciudadanos y sin posibilida­d de aprobar el presupuest­o del 2018 hasta que no se perfile Catalunya. El Partido Nacionalis­ta Vasco, que hoy celebrará el Aberri Eguna con fuertes alusiones a la nación vasca, no puede pactar la estabilida­d con Madrid, aunque se muera de ganas. También debe esperar el veredicto alemán.

Hay otros dos escenarios que tener en cuenta en las próximas semanas. Madrid y Valencia. En la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes está en serias dificultad­es por la presunta falsificac­ión de sus notas en un máster que cursó en la Universida­d Juan Carlos I. Tampoco es una anécdota. Los másters cuestan muy caros a las familias que pueden pagarlos, para aproximar a sus hijos al mercado laboral. Si Cifuentes no logra resolver su situación, la Comunidad de Madrid podría empujar al PP al fondo del Barranco del Lobo.

En la Comunidad Valenciana viene viento racheado sobre presuntas irregulari­dades en las campañas electorale­s del 2007 del PSPV-PSOE y del Bloc Nacionalis­ta Valencià. Hay una investigac­ión judicial en marcha, que PP y Ciudadanos esperan con ansía. La izquierda prometió limpieza en Valencia.

LA CUESTIÓN CATALANA Una corriente contraria al oficialism­o español recorre Europa

LA COMUNIDAD DE MADRID Cifuentes pierde pie en Madrid y puede empujar al PP a la catástrofe

PSOE Y BLOC NACIONALIS­TA Se inicia en València una investigac­ión judicial que afectará a la izquierda

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CARLOS DIAZ / EFE Novios de la muerte Rafael Catalá, Juan Ignacio Zoido e Íñigo Méndez Vigo, en Málaga

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