Messi salva la imbatibilidad del Barça ante el Sevilla (2-2)
Messi evita la primera derrota del líder con un gol milagroso
El Barça se niega a perder. Estuvo muy cerca de la primera derrota del campeonato en el Sánchez Pizjuán frente a un Sevilla poderoso que dominó y se adelantó con dos goles, pero desperdició unos cuantos más. Con Messi en el banquillo, el conjunto blaugrana, desdibujado, naufragó a orillas del Guadalquivir, pero el argentino entró en la segunda mitad y obró un milagro en el minuto 89 con el gol del empate, un minuto después de la primera diana, a cargo de Luis Suárez. Nunca como ayer un empate ha tenido un sabor tan pronunciado a victoria. Fue un empate apoteósico, pero no todos los días se producen milagros, y menos con el juego desestructurado que desplegó el líder.
Si Valverde presentó una alineación potente, con la excepción de Messi, a pesar de la ventaja en la clasificación y de la reanudación de la Liga de Campeones el miércoles en el Camp Nou, Vincenzo Montella no quiso ser menos. El italiano, que el martes se enfrentará al Bayern, no reservó ni un gramo de talento y dispuso su mejor once. La Champions ilusiona, pero la perspectiva de que el Betis pudiera rebasar al conjunto blanco en el campeonato aterra al sevillismo y desencadena animados debates en la ciudad. No estaba para bromas el Sánchez Pizjuán, repleto y motivado con un equipo que regala intensidad y a veces, como ayer, una enorme capacidad de gestión del balón.
El Sevilla quiso la pelota desde el primer instante. Lo había anunciado Montella y no resultó ningún farol de esos que utilizan los entrenadores para intentar confundir al adversario. Comenzó presionando vigorosamente a la defensa blaugrana, que se las vio y se las deseó para desalojar balones en condiciones, y no se descompuso cuando los de Valverde lanzaron tres amenazas consecutivas que se demostraron, a fin de cuentas, poco más que efectos pirotécnicos. Una obstinada maniobra personal de Luis Suárez repelida por Rico, una vaselina de Iniesta en un esférico regalado por el portero que salió ligeramente desviada, un buen remate de Suárez al primer toque después de un centro de Alba… Nada, no le entró el miedo al Sevilla.
Con seguridad, consistencia, intensidad, buenos atributos en las transiciones y apetencia por la combinación, el Sevilla se adueñó del escenario frente a un Barça perplejo y algo desestructurado. Dos acciones ilustran el desconcierto blaugrana: el Sevilla creó dos magníficas oportunidades originadas en saques de córner del Barça.
Por propuesta, planteamiento y actitud, los locales se fueron haciendo merecedores de un gol que se produjo después de una sucesión de fallos por ambos bandos en el centro del campo. Se quedó el esférico quien más pugnó por su propiedad y llegó a pies de Correa, que centró para el remate a placer de Franco Vázquez desde la frontal de la pequeña. El Mudo estaba más solo que un náufrago en una isla desierta, detalle que revela, de nuevo, las carencias del Barcelona.
Estalló de orgullo el Sánchez Pizjuán, pero el Barça tenía un as en la manga. Entre aclamaciones del sector barcelonista y exclamaciones del sevillista, en la reanudación Messi comenzó a calentar. Pero, mientras el argentino corría por la banda, el Sevilla facturó el segundo. Ter Stegen repelió el primer remate de Escudero, pero quedó vendido en el segundo, de Muriel. Y el Sevilla todavía no había dicho la última palabra, porque a continuación no marcó de milagro en una jugada que fue la tónica de la segunda parte. Navas avanzó completamente solo hasta el área, Ter Stegen le
LOS MINUTOS DE LA REACCIÓN Suárez, en el 88, y Messi, un minuto después, proporcionan al Barça un empate apoteósico
UN VÍA CRUCIS El Sevilla fue netamente superior frente a un rival desestructurado, pero perdonó en la definición
venció en el uno contra uno, la pelota volvió al andaluz, que remató pero Piqué rechazó bajo palos. El rebote quedo a pies de Franco Vázquez, que perdonó el tercero. Perdonó lo que no está escrito el Sevilla en la segunda mitad con abundantes aproximaciones con superioridad numérica al área de un Barça desnudo.
La entrada de Messi en el 58 en sustitución de Dembélé parecía innecesaria. La primera derrota blaugrana se antojaba, a todas luces, irreversible. Pero era Sevilla, en plena Semana Santa, y se produjo el milagro. Por perseverancia, por la negativa del Barcelona a someterse a pesar del caos. Nadie podía imaginar que un balón peinado por Rakitic al palo en los minutos de la basura sería el preludio de un resultado increíble. Suárez, hábil entre los centrales, marcó en el 88 un gol que apenas inquietó al respetable, pero apeló a la épica. En la jugada siguiente, cuando el griterío del Sánchez Pizjuán era perceptible en un radio de varios kilómetros, el milagro llegó. Alba volvió a encontrar a Messi y el argentino, desde 22 metros, disparó con temple y con cólera. Nunca, con Leo sobre el césped, puede darse un partido por perdido. No hay mejor prueba que la de ayer.