El negocio de tus datos
ESTÁS disfrutando de estos días de vacaciones. Le haces una foto a ese paisaje de montaña tan espectacular y lo subes a Instagram. Llega a tu mesa del restaurante una apetitosa paella y no resistes la tentación de colgar la imagen en Twitter. Tus amigos ven en Facebook tu última ruta en bicicleta. Cualquier persona ajena a tu vida puede rastrear tus huellas en la red y averiguar si tienes o no pareja, hijos o mascota. Si te gusta viajar, la gastronomía, el deporte, la música, qué tipo de lecturas prefieres, cuál es tu coche, tu equipo de fútbol, en qué trabajas... y tu afiliación política. ¿Cuánto pedirías a una empresa por venderle todos esos datos?
Nuevas formas de comunicarnos han propiciado nuevos métodos de ganar dinero. Y el negocio son tus datos. Para una empresa, pero también para una opción política. Nuestros perfiles pueden rastrearse y segmentarse para recibir el tipo de impactos políticos a los que estamos predispuestos. Pueden ser mensajes falsos o, aunque sean ciertos, sólo accederemos a los más afines al perfil, enclaustrando nuestro criterio. ¿Debemos entonces regresar al pasado, desconfiar y renunciar a herramientas que amplían las relaciones personales?
En una entrevista publicada el martes en El País, Christopher Wylie, el joven cerebro de Cambridge Analytica, admitía que estas prácticas fueron decisivas en las victorias de Trump y del Brexit. Pero reconocía también que hoy en día es difícil encontrar trabajo sin LinkedIn o licenciarte sin Google. Proponía que los gigantes empresariales que usan datos estén bajo una regulación similar a la de un servicio público: “Igual que es imposible vivir en una sociedad moderna sin electricidad o agua corriente, es muy difícil vivir tu vida ahora sin internet, sin móvil”. La sociedad va siempre por delante de las leyes, pero también puede reclamarlas si es consciente de su necesidad. Mientras tanto, no dejaremos de subir mañana las selfies con la mona de Pascua...