Mayorías imposibles
La correlación ideológica del 21-D facilitaría un Govern estable si no hubiese división identitaria
La paradoja de los resultados electorales del pasado 21 de diciembre es que pocas veces fue tan fácil armar una mayoría de gobierno en Catalunya sobre la base de un programa común de orientación centrista. El Parlament cuenta con dos formaciones de filiación liberal (Ciudadanos y JxCat) que suman por sí solas 70 escaños (dos por encima de la mayoría absoluta). De hecho, tanto Cs como el partido que sustenta a JxCat (el PDECat) forman parte del mismo grupo liberal europeo. Y si se eliminan las referencias identitarias o territoriales, sus respectivos programas apenas presentan diferencias relevantes en capítulos como el sistema educativo, la sanidad, la fiscalidad o el empleo. Lo único que los hace del todo incompatibles es su respectiva concepción de Catalunya y España. El parecido con Bélgica –un país de gran actualidad para el soberanismo– es extraordinario: también allí hay dos partidos liberales (uno flamenco y otro francófono), aunque esa división se extiende a otras fuerzas políticas y explica las dificultades que encuentra el país de los belgas para formar gobiernos estables.
La paradoja catalana se acentúa, además, porque existiría una segunda posibilidad de armar un gobierno estable, también con mayoría absoluta en el Parlament: una fórmula de centroizquierda entre Cs y ERC (que suman justo 68 escaños). En este sentido, mientras Cs arrancó como una formación más socialdemócrata que liberal (aunque ahora se sitúe en el liberalismo progresista), Esquerra ha evolucionado hacia postulados socialdemócratas desde su inicial liberalismo de comienzos de los ochenta (cuando recibió ayuda económica de la Fundación Friederich Naumann, vinculada a los liberales alemanes). En consecuencia, no debería ser muy difícil para ambos partidos encontrar coincidencias programáticas en el ámbito ideológico que permitieran formar un gobierno de coalición. El problema, de nuevo, es su concepción radicalmente antagónica de España y Catalunya, lo que convierte en un delirio de política ficción la simple idea de que pudiesen compartir gabinete.
Y eso es todo. No hay otras mayorías ideológicas posibles en el Parlament, ya que una impensable coalición que abarcara desde ERC a la CUP, e incluyera al PSC y CatComú, sólo sumaría 61 escaños. Pura aritmética parlamentaria. Así son los procesos secesionistas cuando la sociedad se parte en dos mitades.
Junto a la mayoría soberanista, la Cámara catalana dibuja una de centroderecha y otra de centroizquierda