Messi y el manual de supervivencia
Octavo partido en que el Barça de Valverde empieza perdiendo pero logra amortiguar el golpe
Qué hay de nuevo, vieja? A la derrota, a esa amiga amarga, a esa antigua conocida en el deporte que siempre está ahí, a esa anciana que es tan mayor como su hermana, la victoria, a la aguafiestas que aparece para recordarte lo difícil que es ganar, se la encontró de cara el Barcelona. Se la cruzó de frente en Sevilla. Por la misma acera de la avenida Eduardo Dato, donde se encuentra sito el Sánchez Pizjuán. Iba directo hacia el líder. Se le plantó delante, sin dejarle avanzar. Y le habló: por muy lejos que te vayas, por mucho que te prepares, por muy bien que juegues, por muy sólido que te muestres, por mucha distancia que tengas al frente de la clasificación, debes saber que nadie está a salvo de mí, de la derrota, la parca del deporte.
Pero el Barcelona no quiere darle la mano. Aún no. La miró directamente a los ojos pero se escabulló. Le dio esquinazo cuando menos se lo esperaba. Cuando parecía que ya lo estaba abrazando, que ya era presa fácil, el Barça la regateó. La rechazó como hacen los campeones, rebelándose, peleando hasta el final y en dos minutos mágicos, el 88 y el 89, Luis Suárez y Leo Messi, los dos mejores goleadores de la Liga, hicieron que se esfumase. En apenas 53 segundos, los que pasaron entre el 2-1 y el 2-2, se volatilizó. Adiós, vieja amiga. Nos veremos otro día, eso seguro, pero espero que sea lo más tarde posible.
Esa es la diferencia de poder jugar con Messi o no. La comprobaron perfectamente Jorge Sampaoli y la selección argentina el martes pasado en el Metropolitano. Lo sufrió ayer en su cuerpo el Sevilla de Montella. El diez odia perder más que nada. El martes con 6-1 se levantó del palco y no quiso ver más del partido de España. Ayer empezó en el banquillo, al lado de José Ramón de la Fuente, el preparador de porteros, y André Gomes. Pero con media hora en el campo tuvo suficiente para alejar al fantasma de la derrota. Levántate y empata, le dijo el crack a su equipo.
Messi mueve montañas. El crack hasta se apoderó de esa estrofa del himno sevillista que dice que nunca se rinde. La Giralda casi presumía orgullosa de que el Sevilla y el Sánchez Pizjuán iban a ser los primeros en derrotar al Barcelona en esta Liga. Pero se quedó con la miel en los labios. No es la primera vez que sucede algo parecido. Por algo el Sevilla es el rival favorito de Messi, que con el de ayer ya le ha marcado 30 goles a los del Nervión.
El Barça superó la prueba del algodón del Pizjuán. Ya se sabía de antemano que era la salida más complicada, sobre el papel, que le quedaba en la Liga. Y ahora contra el Leganés la semana que viene, el equipo puede redondear un año entero sin perder en el campeonato. Una vuelta entera de la Tierra al Sol. De momento ya son 358 días y subiendo pues los blaugrana no pierden en el torneo desde el 8 de abril del 2017 en La Rosaleda (2-0).
UNA VUELTA DE LA TIERRA AL SOL La semana que viene contra el Leganés, los blaugrana pueden cumplir un año entero sin caer
LEVÁNTATE Y EMPATA El argentino se fue antes del final en el 6-1 a su selección y ayer salvó a su equipo en media hora
Parecía que el reto de acabar como campeón invicto en un torneo de 38 partidos se tambaleaba. Pero Messi demostró lo contrario. El Barça está a ocho jornadas de conseguirlo. Está bastante lejos pero lo tiene cerca. Sólo él lo puede hacer, de momento.
Más próximo tiene el equipo de Valverde el récord de la Real Sociedad de Ormaetxea, que estuvo 38 partidos sin conocer la derrota –6 jornadas de la 78-79 y 32 de la 7980–, y puede caer contra el Leganés. Los barcelonistas ya encadenan 37, siete con Luis Enrique más treinta del Txingurri. El Pizjuán fue el cementerio para la inmaculada trayectoria de los donostiarras. El Barça le vio las orejas al lobo pero se salvó in extremis. Es un experto en sobrevivir. Contra el Alavés, la Real Sociedad y el Getafe empezó perdiendo y pudo remontar. Frente al Atlético, el Valencia, el Celta, ayer y hasta contra el Chelsea, los blaugrana consiguieron amortiguar el golpe y no perder. Aún no es el momento de reencontrarse, vieja amiga.