Química y energía familiares
Su padre siempre quiso que estudiaran química; “cada fin de semana nos hablaba de química, y apenas le hacíamos caso!” Vanesa Martínez (1973) se decidió por Económicas, y Denia Martínez (1975) hizo Telecomunicaciones. Pero las dos empezaron a trabajar enseguida en Carinsa, la empresa que su padre, Alberto Martínez, había fundado en 1993 para fabricar aromas y fragancias. Ellas pasaron por diferentes departamentos, conscientes de que “ser la hija del dueño puede resultar hostil, y te obliga a espabilarte”. Cuando su padre falleció, de forma repentina en el 2005, las dos decidieron tomar las riendas del negocio.
Entonces Carinsa facturaba 8,6 millones y tenía 66 trabajadores. “Sabíamos que la empresa tenía mucho futuro, pero había algunos problemas. Hicimos un plan de negocio y, a pesar de algunos prejuicios machistas, todo el mundo se portó muy bien”. Más de una década después, la empresa tiene unas ventas de más de 44 millones y acaba de poner en marcha un plan para llegar a los 100 millones en el 2025. “¡Si fuéramos cuatro hermanas, creceríamos más rápido!”, dicen las dos, que son fuente inagotable de ideas y proyectos.
En España hay 197 empresas de aromas y fragancias: “Que tengan aromas para alimentación humana y para animal y fragancias para cosmética y detergencia, somos muy pocos”. Además, Carinsa cuenta con una filial que elabora los preparados –la mezcla de aditivos con el producto aplicado– que les permitió ganar volumen–. “Casi colapsamos la fábrica, tuvimos que parar y optimizar. Ahora hemos estabilizado la facturación, pero somos más rentables”. La empresa acelera este proceso de innovación tecnológica hacia los aditivos tecnológicos o ingredientes funcionales. Con sede en Sant Quirze del Vallès, prevé abrir una nueva nave, y construir después una fábrica que sea la nueva sede del grupo (con una inversión de al menos 12 millones). Y prevé incorporar a 26 personas más: ingenieros, expertos en comunicación y marketing, y también una nutricionista.
Con las dos hermanas Martínez trabajan sus maridos –uno es economista, el otro telecos–, y en los últimos tres años, las dos han sido madres, de una niña cada una. “Tenemos mucha ilusión, recursos, ideas, pero no tenemos tiempo. Lo tenemos que ganar fichando gente”. Valoran que “las empresas familiares tenemos cosas positivas, porque le ponemos el alma, y todas las horas del mundo. Pero llega un momento en el que tienes que dar el paso. Carinsa cumple ahora 25 años y es el momento de profesionalizar”. Aunque son realistas: “Nos gustaría dejar el día a día... pero costará”.
En su plan de crecimiento, las hermanas Martínez utilizan todos los recursos posibles: ayudas europeas a la innovación y alianzas con centros tecnológicos (trabajan en la encapsulación de fragancias con una tecnología inocua para el medio ambiente, buscan en las algas fuentes alternativas de proteína); participan de forma activa en Eurocat, Pimec, Cecot, Foment, en los clusters catalanes de Packaging y Beauty, la asociación catalana de innovación porcina, en el programa Naos para mejorar la salud y la alimentación... “A medida que somos más grandes y conocidos, podemos hacer proyectos con grandes empresas”. Con la multinacional de gases Carburos, trabajan en mejorar el aroma que desprende un envase de alimentos al abrirse (el jamón dulce, la bolsa de ensalada).
“Nuestra asignatura pendiente es la información: hay mucho lobby contra los aditivos, y nosotros buscamos ingredientes más naturales. Queremos crear el Instituto Alberto Martínez para formar y comunicar el significado de las E en las etiquetas. Hay mucha desinformación. La genética condiciona, pero la comida también”. Para acelerar su expansión, ahora han entrado en el programa Cre100do, de la Fundación Bankinter y el Icex: “Las empresas medianas estamos un poco desamparadas. Nos ayuda compartir problemas y reflexiones con otros directores generales, cómo afronta cada uno los retos. Eso es energía que va directa a la vena”.
“Hay mucho lobby contra los aditivos, hay que informar bien sobre el significado de las E en las etiquetas”